Cruce de caminos para enfrentar violencia en el fútbol | El Nuevo Siglo
Domingo, 30 de Junio de 2013

La violencia en el balompié pareciera desbordar la capacidad de reacción del Estado colombiano, pues aunque vale decir que no alcanza las dimensiones que hace algunos años tuvo en el Reino Unido, no está muy lejos de lo que sucede en la región en Argentina y el mismo Brasil. Cada vez es más frecuente que los domingos y a mitad de semana, cuando se programan los espectáculos, se presenten heridos y muertos.

La Policía Nacional está haciendo un gran esfuerzo de seguridad, lo que ha bajado ostensiblemente los desórdenes dentro de los estadios, sin embargo, la violencia se arrancha en los alrededores de los escenarios. Incluso, las disputas entre barras se trasladan a otras partes de las ciudades, en donde energúmenos vestidos con camisetas se citan para pelear.

Para la concejala de Medellín, Aura Marleny Arcila Giraldo, éste es un problema al que se le debe buscar una solución integral porque ya no sólo es de las  barras sino que trasciende en el caso de Medellín con las fronteras invisibles, con el microtráfico y la extorsión.

“Las acciones deben ser sistemáticas. Debemos integrar e involucrar a todos los actores, a los barristas, autoridades, medios de comunicación, clubes deportivos y comunidad, en general”, señala Arcila Giraldo, quien estima que es insuficiente el presupuesto de 800 millones de pesos anuales destinados por las distintas dependencias de la Alcaldía para cumplir las acciones estipuladas en el Acuerdo 78 de 2010.

Por su parte, el representante a la Cámara, Gustavo Puentes, indicó que desafortunadamente la intolerancia se está tomando los espectáculos masivos, no solo el balompié. “Le he pedido al Gobierno nacional que vuelva nuevamente a impulsar en el Congreso de la República la aprobación del nuevo Código de Convivencia Ciudadana…extremadamente duro en lo que tiene que ver con las personas que no pueden  estar acompañadas de ese tipo de eventos. El deporte se hizo para llamar multitudes, pero no para maltratar a los aficionados. El portar una camiseta se ha convertido hoy casi que en un anuncio de lo que puede ser una muerte violenta”.