Por Álvaro E. Sánchez H. *
Hasta no hace mucho tiempo, el medio ambiente fue visto como algo retórico y pintoresco que pertenecía, según definición de mis compañeros de generación, a la franja lunática de la ingeniería; las posibles consecuencias de no cuidarlo se relacionaban con la posible desaparición de extraños tigres blancos que nunca vimos, osos polares muertos por los derrames de petróleo en lejanas tierras que jamás conoceríamos, de tornados, nevadas y huracanes que ocurrían en extraños países que tenían estaciones. Hoy por hoy el panorama ha cambiado y la comunidad en general se preocupa por la fenomenología ambiental y por las consecuencias que acarrea para el país; quizá no sea demasiado tarde aunque el daño es, hoy por hoy, prácticamente irreversible.
La mezcla del conocimiento de la problemática, lograda a través de la difusión que los medios de comunicación hacen de las apocalípticas consecuencias que se empiezan a ver, con la poca conciencia que ha venido adquiriendo la población gracias a las campañas permanentes que se hacen al respecto, han logrado despertar una inquietud válida pero no suficiente sobre la problemática, aunque no ha despertado la necesidad de trabajar en la prevención. Esa falta de conciencia y, por consiguiente, de acción puede y nos va a llevar al caos total.
¿Qué es el medio ambiente?
Comencemos por definir el término medio ambiente utilizando quizá la más aceptada de las definiciones del mismo: "El conjunto de elementos naturales o inducidos por el hombre que interactúan en un espacio y tiempo determinados". Se podría decir también que es un sistema complejo, limitado y dinámico, que comprende diferentes variables tales como la biofísica y la sociocultural en que la persona puede existir y desarrollarse. Se considera, entonces, que existen problemas en el medio ambiente cuando en las relaciones habitante-medio natural, se generan impactos negativos para las generaciones presentes o futuras. Deberíamos considerar también que se entiende por impactos negativos aquellos que modifican los ecosistemas básicos y los entornos socioculturales, es decir los que generan un cambio del ambiente relacionado con el medio estudiado.
Toda problemática ambiental tiene tres partes fundamentales; el origen, el vector y el destinatario. El origen es la causa principal o primaria del fenómeno que afecta el entorno; el vector es el agente o la forma en que dicho origen afecta ese entorno; y el destinatario es el medio afectado.
Hablemos un poco sobre estos tres factores en forma aleatoria.
El origen
Los orígenes en la problemática ambiental siempre son variados, de hecho cualquier actividad humana genera impactos; inclusive la inactividad tendría incidencia en los ecosistemas que nos rodean. Sin embargo debemos remitirnos a los principales es decir a los que hoy por hoy están causando problemas importantes en el campo y en las ciudades colombianas:
· La deforestación.Genera una menor cantidad de captura de carbono, aumentando el calentamiento global y, consecuentemente, generando un aumento en la temperatura del planeta y una disminución en el nivel de oxígeno libre en el aire.
· La minería criminal.Al ser una actividad incontrolada genera problemas sociales de alto impacto y niveles de contaminación que destruyen ecosistemas completos y ponen en alto riesgo la posibilidad de supervivencia de la especie humana en determinadas regiones, además de generar amplias intervenciones en la capa vegetal y en la superficie en general.
· Los cultivos ilícitos. La extensión de éstos atenta directamente contra la seguridad alimentaria, la reforestación y el orden socio-cultural de las regiones.
· La falta de cultura ambiental. Hace que la comunidad en general solo reaccione al ver las consecuencias y no tenga ningún adelanto en la prevención.
El vector
Los problemas ambientales se multiplican por vectores complejos y diversos, algunos de ellos son evidentes:
· La ausencia del Estado. En algunas regiones del país el Estado pareciera no existir, ya que no se explica de otra manera que existan grandes cultivos ilícitos en sitios como la serranía de San Lucas o la Orinoquía, y se lleguen a cosechar los frutos sin la acción del Estado para desmontarlos, o que existan grandes explotaciones mineras en sitios como el departamento del Chocó o el sur de Bolívar, sin que se establezca un control, no solo ambiental, sino también social y laboral.
Además los órganos de control se ven desbordados por la problemática; sirva de ejemplo el decreto 1299 o decreto del “Departamento de gestión ambiental” sobre el cual las autoridades no han pasado del 20% de cumplimiento en el mejor de los casos, sin que existan sanciones o requerimientos de los entes de control.
· La ausencia de control efectivo. Tal como he comentado en reiteradas ocasiones en Colombia existe una desproporción muy grande entre los funcionarios dedicados a la planeación y al licenciamiento, y los dedicados al control; sin tener la totalidad de los datos se podría decir que cerca del 92% de los funcionarios de las entidades ambientales del Estado se dedican a labores administrativas, de planeación o de licenciamiento y solo cerca de un 8% trabajan en el control. Sin cuestionar la capacitación de ellos, además de que no existe formalmente un cuerpo de policía dedicado a la vigilancia de los aspectos ambientales.
Los destinatarios
En este caso específico todos nosotros y no me refiero solo a los colombianos, también a todos los habitantes de éste planeta. Lo estamos viendo a diario: las sequías cada vez mayores, la muerte masiva de animales, las inundaciones cada vez mayores, la desaparición de las cumbres nevadas, el aumento de la cota del nivel del mar…
El futuro. Lo que está ocurriendo en La Guajira es solo la punta del iceberg, la sequía tenderá a aumentar y la falta de agua tiende a convertirse en crónica; los acuíferos que surten de agua dulce a Santa Marta están ad portas de romper la cuña marina y salinizar las reservas del precioso líquido, los ríos Manzanares de Santa Marta y Ranchería de Riohacha están abandonados y cada vez en peor estado, la cultura y la educación ambiental sigue siendo letra muerta y no se desarrolla adecuadamente. A esto sumémosle que el Estado está tomando medidas de emergencia pero no se habla de una planeación que prevenga el oscuro futuro.
Estamos viviendo como en la novela la “Crónica de una muerte anunciada”.
* Director Maestría en "Gestión y evaluación ambiental"- Escuela de Ingenierías, Universidad Sergio Arboleda. alsanchez2006@yahoo.es @alvaro080255