Ucrania, inmersa en una de las peores crisis de su historia que le ha dejado sin parte de su territorio, se enfrenta ahora a la perspectiva de una recesión sin precedentes después de la decisión de Rusia de aumentar un 80% el precio del gas que le vende.
En tan sólo 72 horas, Moscú aumentó el precio del gas que vende a esta exrepública soviética de 268 a 485 dólares por 1.000 metros cúbicos, uno de los precios más altos practicados en Europa.
El aumento es una medida de presión de Moscú tras la caída, a finales de febrero, del régimen prorruso de Viktor Yanukovich tras varias semanas de manifestaciones proeuropeas.
El mes pasado Rusia anexionó la península de Crimea tras un referéndum considerado ilegal por los occidentales y miles de soldados rusos siguen movilizados en las fronteras de Ucrania, lo que hace temer una invasión de las zonas rusohablantes del país.
Ahora la crisis ucraniana, la más importante entre Moscú y Occidente desde el fin de la Guerra Fría, está tomando también un cariz económico.
La subida del precio del gas es una decisión "política", que tiene como objetivo "socavar las bases económicas y sociales del país", denuncio el primer ministro interino ucraniano Arseni Iatseniuk.
Según las previsiones del Banco Mundial publicadas este viernes, Ucrania entrará en recesión este año con una caída del 3% del Producto Interior Bruto (PIB) y un aumento de la deuda hasta el 86% del PIB.
"Algunos sectores de la economía están al límite de la supervivencia", advierte Dmytro Marunych, un experto del sector energético, y cita la industria química (en particular la que fabrica abonos, que necesita mucho gas) y la metalurgia, donde los costes de producción podrían aumentar hasta un 15% y hacerle perder competitividad.
También la población se verá afectada por la decisión rusa, con dos aumentos sucesivos del precio del gas (del 50% en mayo y del 40% en julio en el caso de la calefacción urbana).
El gobierno de Kiev ya está buscando alternativas y Iatseniuk habló de la posibilidad de negociar con sus socios europeos para que le cedan parte del gas que compran a Rusia a precios más bajos.
Pero Moscú podría oponerse a un acuerdo de este tipo y desatar una "guerra del gas" en todo Europa, un continente que sigue siendo muy dependiente del gas ruso que transita en parte por gasoductos ucranianos.
El ministro de Energía, Iuri Prodan, ya advirtió que en 2014 Ucrania tendrá que utilizar "al máximo el carbón producido en nuestro país y no el gas".
El nuevo gobierno ucraniano tendrá además que reorganizar el sector del gas, que según Fan Qimiao, especialista de Ucrania en el Banco Mundial, "ha sido la principal fuente de corrupción en Ucrania en los últimos 20 años", desde la independencia de 1991 tras la caída de la Unión Soviética.
La semana pasada el gobierno ucraniano se comprometió a llevar a cabo importantes reformas estructurales a cambio de un preacuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que previsiblemente aprobará un plan de ayuda al país de 18.000 millones de dólares en los próximos dos años.
En el frente político, Kiev sigue teniendo el apoyo de la OTAN y de los europeos. El ministro británico de Relaciones Exteriores, William Hague, volvió a pedir este viernes a sus socios europeos que no se "relajen" y dijo que hasta ahora no ha habido una "desescalada real" por parte de Rusia.
La crisis también tiene otras consecuencias menos previsibles, como la decisión de la cadena de comida rápida McDonald's este viernes de cerrar temporalmente sus tres restaurantes en Crimea.