La crisis de la deuda dominará el G8 viernes y sábado en Estados Unidos, donde Barack Obama, con la mira puesta en la reelección, alentará a los europeos a esforzarse más para volver a crecer.
Tres días después de haber asumido la presidencia, se prevé que el francés Francois Hollande se reúna el viernes por la mañana con el presidente estadounidense en el Salón Oval de la Casa Blanca, al inicio de un fin de semana cargado de desafíos: a la cumbre del G8 en Camp David seguirá una cumbre de la OTAN el domingo y lunes en Chicago.
En oposición al rigor profesado por la canciller alemana Angela Merkel, el nuevo presidente francés y el jefe de gobierno italiano, Mario Monti, también presente en la cumbre de los ocho países más industrializados, desean orientar la política económica de su país a un mayor crecimiento.
Washington, cuidándose de no parecer intervencionista, subrayó que la resolución de la crisis sigue siendo responsabilidad de los dirigentes europeos, que se reunirán el próximo 23 de mayo.
No obstante, el consejero de seguridad nacional de Obama, Tom Donilo, recordó que el resultado de estas discusiones es muy importante para Estados Unidos. "La Unión Europea, en su conjunto, por supuesto, es el principal socio comercial de Estados Unidos", observó.
Si bien la economía estadounidense sigue siendo frágil, con una tasa de desempleo de 8,1% -tres puntos superior a lo que era antes de la crisis de 2008- Obama intenta convencer a los europeos de adoptar una política de reactivación similar a la suya, que implicó una inyección de 800.000 dólares en la economía.
Además de la economía, los dirigentes de las principales potencias abordarán el asunto nuclear iraní, previo a la reanudación de conversaciones de la república islámica con el "grupo de los seis" en Bagdad, así como el programa nuclear de Corea del Norte y la sangrienta represión en Siria.
El presidente ruso, Vladimir Putin, no participará a la cumbre, delegando la tarea a su predecesor y primer ministro Dmitri Medvedev. Moscú y Pekín habían bloqueado la aprobación de resoluciones contra el régimen de Bashar al Asad en el Consejo de Seguridad de la ONU.
Antes de viajar a Camp David la noche del viernes, Obama espera sellar acuerdos con empresas para invertir unos 3.000 millones de dólares en proyectos agrícolas y alimentarios en África, con la meta de sacar a 50 millones de personas de la pobreza, según la Casa Blanca.