Los líderes económicos mundiales mantuvieron la presión este viernes sobre la Eurozona para evitar el estancamiento de la región, con los ojos puestos en Alemania para que suelte las ataduras al gasto para impulsar el crecimiento.
Los ministros de Finanzas y presidentes de bancos centrales de todo el mundo, reunidos en Washington para los encuentros de otoño boreal del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, expresaron preocupación por el crecimiento en la zona euro, al borde de una nueva recesión.
Crecimiento inexpresivo, riesgos de deflación, fallas en el motor económico alemán, incertidumbre en el presupuesto francés, la política monetaria, reformas estructurales a la espera en Francia e Italia... La letanía de interrogantes se acumula en las reuniones de esta semana en la capital estadounidense.
"Las políticas actuales han fracasado en generar crecimiento y reducir el alto desempleo", en la zona, dijo por su lado el ministro brasileño de Finanzas, Guido Mantega al FMI.
Para reforzar el ambiente de los dos días de debate, en el que los ministros recitaron los problemas de la zona euro, la agencia calificadora Standard and Poor's rebajó la perspectiva del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FESF) de estable a negativa, tras haber hecho lo mismo con Francia, su segundo integrante más importante.
Fitch, por su parte, no elevó la nota a Portugal como algunos observadores esperaban.
Para la directora gerente del Fondo, Christine Lagarde, el retrato poco favorable de los países de la moneda única subrayó sus preocupaciones de que el mundo pudiera hundirse nuevamente en un crecimiento "mediocre", insuficiente para generar empleos o satisfacer las necesidades de poblaciones en aumento.
Lagarde también advirtió sobre los riesgos de perder los avances logrados con la disciplina financiera luego de la crisis mundial de 2008.
- G20 optimista, inquietud sobre Alemania -
Pero las economías industrializadas y emergentes del G20, reunidos este viernes en Washington, se mostraron mas optimistas respecto al crecimiento mundial, aunque llamaron a Europa a acometer reformas estructurales.
"Mientras unas economías importantes se recuperan, otras enfrentan renovadas debilidades. Pero hemos salido (de la reunión) con optimismo", dijo el ministro australiano de Finanzas, Joe Hockey, cuyo país preside este año el G20, grupo que abarca 85% del PIB mundial.
"Europa puede mejorar, pero debe tomar la decisión de llevar a cabo esas reformas estructurales", agregó, repitiendo el mantra recalcado esta semana en la capital estadounidense durante las reuniones de los líderes económicos mundiales.
El presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, admitió que la desaceleración de la demanda es un factor que provoca caída de la inflación, que actualmente en 0,3% es vista como una clara señal de riesgo de un regreso de la recesión en la zona euro.
La mayor atención ha estado sobre Alemania para que flexibilice las ataduras al gasto en actividades que generan crecimiento y empleo como desarrollos de infraestructura, aún si implica mayor endeudamiento para los gobiernos de la eurozona.
Tradicionalmente un defensor a rajatabla de una estricta disciplina presupuestaria, incluso el FMI enfatizó esta semana su deseo de que los países aumenten su endeudamiento y gasto dirigidos a fortalecer el crecimiento.
Pero Berlín se ha defendido de las presiones. El ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, dijo que sería "insensato" sacrificar lo obtenido en materia de estabilización de las finanzas en la zona euro.
"Y además no hay mucho que se pueda lograr" en términos de fortalecer un crecimiento de largo plazo, dijo Schäuble a periodistas en Washington.
Pero Europa parece haber abierto lugar para los estímulos económicos. Jens Weidmann, presidente del Bundesbank (banco central alemán), dijo que la inversión pública "podría aumentar" en Alemania, aunque pidió no sacrificar la disciplina presupuestaria.
Los riesgos en la zona euro no son, sin embargo, los únicos desafíos de la economía global. Los líderes económicos advirtieron de efectos indeseados por la inestabilidad en Ucrania y el Medio Oriente, y la epidemia del ébola en África Occidental, que ha provocado más de 4.000 muertos desde inicio del año.
Seis meses después de entregar un paquete de 27.000 millones de dólares para Ucrania, el FMI pidió este viernes más recursos para el país, sumido en un conflicto armado con separatistas prorrusos.