En total son siete los que han salido del gabinete, ya que el de Defensa debió hacerlo por criticar a otros miembros del Ejecutivo.
NI la arrogancia inicial con que encaró inicialmente las denuncias ni su declaración pública de amor a la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff le valieron al ministro de Trabajo, Carlos Lupi para aferrarse a su cargo, ya que se vio obligado a renunciar para poder defenderse y no afectar al gobierno que ha tenido como bandera, precisamente la lucha contra la corrupción.
“Teniendo en cuenta la persecución política y personal de los medios que vengo sufriendo hace dos meses; tomando en cuenta la divulgación del parecer de la Comisión de Ética (...) decidí pedir la renuncia al cargo con carácter irrevocable”, informó Lupi en un comunicado.
“Salgo con la consciencia tranquila del deber cumplido, de mi honestidad personal y confiado en creer que la verdad siempre vence”, finalizó el ex ministro del Partido Demócrata Laborista (PDT, izquierda) y quien desde 2007 ocupa el Ministerio de Trabajo.
La semana pasada, la Comisión de Ética Pública de la Presidencia recomendó la dimisión de Lupi, luego que sus explicaciones tras ser acusado de corrupción e irregularidades varias no convencieran.
La Presidencia aceptó la renuncia del ministro, agradeció su “empeño y dedicación” y anunció que será reemplazado de manera interina por el secretario ejecutivo del ministerio, Paulo Roberto dos Santos Pinto.
Las denuncias contra Lupi comenzaron con un artículo de la revista Veja a inicios de mes, que relacionaba a un importante asesor del ministerio -ahora suspendido- con supuestos sobornos a organizaciones que suscribieron contratos con esa cartera.
Lupi fue acusado luego de haber viajado en 2009 en un avión alquilado por una organización que después obtuvo contratos para llevar a cabo proyectos de ese ministerio.
El diario Folha de Sao Paulo también señaló que Lupi autorizó la creación de siete sindicatos en el estado de Amapá (norte) para “representar a sectores de la industria que no existen en esa región”.
Folha deunció asimismo a Lupi por recibir sueldos como asesor “fantasma” en la Cámara de Diputados entre 2000 y 2006.
Con Lupi, la presidenta Dilma Rousseff, que asumió el cargo el 1 de enero, ha perdido desde junio a seis ministros clave por denuncias de corrupción, desvíos de dinero público u otras supuestas irregularidades, como enriquecimiento súbito: el de la jefatura de Gobierno, y los de Transportes, Agricultura, Turismo, Deportes y Trabajo.
Un séptimo ministro, el de Defensa, Nelson Jobim, también se vio obligado a renunciar tras criticar a otros integrantes del gabinete.
Tras ser acusado de corrupción en la prensa, Lupi se aferró al cargo durante varias semanas e hizo varias declaraciones polémicas.
“Para sacarme del ministerio, sólo a balazos, y tiene que ser una bala bien pesada, porque soy grande. No hay posibilidad de que me aparte del ministerio”, señaló Lupi hace casi un mes.
Dos días después pidió perdón a Rousseff: “Disculpas si fui agresivo, no fue mi intención, yo te amo”, sostuvo en declaraciones públicas, dirigiéndose a la jefa de Estado, que no estaba presente./EL NUEVO SIGLO - AFP