Corrupción evidencia fallos en democracia | El Nuevo Siglo
Viernes, 25 de Enero de 2013

"Aquí nadie se responsabiliza de nada. Todos corruptos": la ira de los españoles por la proliferación de los escándalos de corrupción crece cada día en las manifestaciones contra la austeridad, evidenciando los fallos de un sistema de control democrático.

"Hay 200 o 300 políticos imputados en casos de corrupción que se concentran en cinco comunidades autónomas" del país: Cataluña, dirigida por una coalición nacionalista, las islas Baleares, Valencia y Galicia, gobernadas por la derecha, y Andalucía, por la izquierda, explica a la AFP el presidente de la rama española de la organización anticorrupción Transparency International, Jesús Lizcano.

Si bien esta cifra sólo representa una minoría de los más de 50.000 políticos del país, "es alarmante y necesita una respuesta urgente", opina.

Estos casos, que suelen salpicar a las personalidades políticas locales, han manchado la popularidad del Rey de España, cuyo yerno, Iñaki Urdangarin, está imputado en una investigación de corrupción en Baleares.

El último escándalo hasta la fecha ha llevado la sombra de la sospecha al seno del Gobierno de derechas de Mariano Rajoy, creando la conmoción en un país ya acostumbrado a ver casos de corrupción en la portada de los medios.

Las sospechas apuntan ahora al extesorero del Partido Popular de Mariano Rajoy, Luis Bárcenas, quien, según el diario de centro-derecha El Mundo, habría distribuido mensualmente sobresueldos de entre 5.000 y 15.000 euros a dirigentes de la formación a lo largo de dos décadas.

Los dirigentes actuales del PP han desmentido estar involucrados en el asunto y se han distanciado de Luis Bárcenas quien, según la prensa, dispone de una cuenta de 22 millones de euros en Suiza desde 2009.

"Desde hace tres semanas la gente está muy, muy, muy indignada, por lo que es muy importante que los políticos lo tomen en serio", apuntó Jesús Lizcano.

Según una encuesta publicada el domingo en el diario de derecha ABC, tres de cada cuatro españoles piensan que la corrupción política aumenta en el país y que los políticos reciben un mejor trato de la justicia que el resto de ciudadanos.

Cada día más bajo en los sondeos, el Gobierno anunció en la primavera de 2012 un proyecto de ley sobre la transparencia en la vida pública. Recientemente, ha propuesto un pacto anticorrupción con los otros partidos, consciente de los fallos de la democracia instaurada en 1975 después de la dictadura franquista.

La clave de este sistema reside en la amplia autonomía acordada para las 17 regiones españolas, con un control muy limitado del Estado sobre sus finanzas, lo que ha contribuido al desvío presupuestario del país.

Para Jesús Lizcano, los partidos tienen la "urgencia de publicar sus cuentas y sus fuentes de financiación", como ya hacen en otros países europeos.

Pero sobre todo, lamenta que "hay demasiada implicación de los partidos políticos en las altas instituciones del país" como el Tribunal Constitucional o el Tribunal de Cuentas.

También es necesario, afirma este experto anticorrupción, poner fin a "un sistema viciado" que permite a los partidos políticos supervisar la gestión de las cajas de ahorro como Bankia, salvada de la quiebra con capital público.

De aquí una sensación de connivencia reforzada aun más por la reciente incorporación del expresidente de Bankia, Rodrigo Rato, exministro español y exdirector gerente del FMI, por el gigante español de las comunicaciones Telefónica, a pesar de su imputación por falsedad en su gestión del banco.

Como consecuencia, el contribuyente, que sufre unas medidas de austeridad sin precedentes en un país con una tasa de paro superior al 26%, piensa que "la clase política no es capaz de resolver la crisis, que es inútil, y que además es corrupta y se protegen entre ellos", juzga el politólogo Anton Losada.

"Somos un país democrático, pero cuando llegamos a cierto punto, sobre todo con la gran crisis de desempleo, se convierte en un campo minado para que pueda haber un estallido social", apunta Jesús Lizcano.

Sobre la traducción en hechos de las palabras del Gobierno para luchar contra la corrupción, "soy escéptico, ojalá me equivoque", concluye.

AFP