Al menos 80 jefes de Estado y Gobierno, entre ellos Barack Obama, Dilma Rousseff y Xi Jinping, asistirán a la Conferencia de las Partes (COP 21), en París, donde desde hoy se iniciarán las negociaciones para sellar un pacto global contra el cambio climático.
Laurent Fabius, canciller francés, dijo en declaraciones a la prensa que para la apertura del evento que se realizará hoy cuenta con las confirmaciones de "80 respuestas positivas", incluyendo la de los presidentes de Estados Unidos, Brasil, China, Sudáfrica y los primeros ministros de India y Canadá.
Francia, que presidirá la conferencia en que se espera alcanzar un acuerdo histórico para limitar el calentamiento global, invitó a los dirigentes de los Estados que participan en las negociaciones sobre el clima.
"Hemos tomado la decisión, junto a (el presidente) François Hollande, de invitar a los jefes de Estado el primer día, y no al final como ocurrió en Copenhague, porque eso tuvo dos consecuencias: los negociadores esperaron a los jefes de Estado para concretar y los jefes de Estado no resolvieron nada", explicó Fabius.
“Francia quiere por lo tanto que los responsables políticos den un impulso desde el principio de la conferencia”, añadió.
Antes de esta cumbre, que debería poner fin a años de negociaciones internacionales, se celebró una reunión interministerial entre el 8 y el 10 de noviembre en París, "para impulsarla".
La COP 21 tiene a sus espaldas el recuerdo de Copenhague en 2009, reunión fallida que intentó un acuerdo mundial, donde 110 jefes de Estado y de gobierno llegaron para apoyar en forma urgente a los negociadores, empantanados en las discusiones. Sin embargo, su presencia en las últimas 48 horas no les permitió superar la situación.
Seis años más tarde, Francia prepara la COP21 con "el fantasma de Copenhague" planeando, por lo que intenta un método diferente, movilizando intensamente sus redes diplomáticas y comprometiendo a los líderes políticos desde antes en el proceso.
Tras cuatro rondas de conversaciones, entra las que se destacaron Ginebra y Bonn, bajo la égida de las Naciones Unidas, los países dieron vida el viernes pasado a un proyecto de acuerdo muy imperfecto, muy largo y que contiene opciones numerosas y a veces contradictorias.
"Tenemos un nuevo texto para las negociaciones que consta de 51 páginas", subrayó Fabius, quien no obstante dijo que "el ideal habría sido un proyecto de texto con pocos asuntos por resolver".
"Pero, hubo en Bonn discusiones profundas y tenemos una base de negociaciones para París", se congratuló. El jefe de la diplomacia gala citó entre los aspectos en los que se ha progresado un mecanismo para rever al alza los compromisos sobre la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, así como la ayuda a los países del sur por parte de los desarrollados.
Los compromisos actuales para reducir las emisiones de estos gases, responsables de un calentamiento a una velocidad hasta ahora inédita, ponen al planeta en camino hacia un aumento de unos 3°C más respecto a la era preindustrial, lo que provocaría desarreglos climáticos de gran envergadura.
"En todo caso, es mejor que los 4, 5 o 6°C de una situación catastrófica si nada se hace", subrayó Fabius, pero "esto debe ser revisado al alza" para limitar el calentamiento a +2°C, objetivo de la comunidad internacional.
En total, 155 países sobre 195 ya manifestaron su compromiso. Una preocupación 'a priori' es el eventual anuncio de Arabia Saudita, puesto que Riad es reticente a encarar un mundo sin energías de origen fósil, único integrante del G20 que no lo ha hecho.
Entretanto, a nivel mundial se registraron movilizaciones con el objetivo de exigir medidas que impidan transformaciones irreversibles como grandes sequías o la elevación del nivel de los océanos, en la antesala a la COP 21.
Los manifestantes gritaban "Estado de emergencia, Estado policial", y lanzaron proyectiles contra la policía, que replicó con granadas de gases lacrimógenos. Unas cien personas fueron detenidas en esos incidentes en París
En la cadena humana, miles de personas se dieron la mano a lo largo del bulevar Voltaire, en el este de la ciudad, y rompieron filas delante de la sala de conciertos Bataclán, donde se produjo el más letal de los atentados (90 muertos).
En esa protesta, las consignas ambientalistas se mezclaban con el desafío a quienes sembraron la muerte en la ciudad.
"No les tememos a los terroristas ni a las multinacionales", proclamaba una pancarta colgada del cuello de una mujer, en referencia a los grandes grupos industriales acusados de acelerar el cambio climático.
Las movilizaciones por el clima también abarcaron países como Australia, México, Asia, Europa y África.
El objetivo: exigir medidas que impidan transformaciones irreversibles como grandes sequías o la elevación del nivel de los océanos, que según los estudios de referencia ocurrirán inevitablemente a lo largo de este siglo si las emisiones de gases de efecto invernadero continúan a su nivel actual.
En Madrid, unas 10.000 personas participaron en la marcha que arrancó en el ayuntamiento de Madrid, en la plaza Cibeles, y llegó hasta la Puerta del Sol. En Londres, miles de personas y numerosos artistas exigieron que esta Conferencia no se salde con un fracaso como ocurrió con la de Copenhague en 2009/El Nuevo Siglo con AFP