No hay día en que el proceso de paz deje de generar polémica. Esta semana, por ejemplo, el tema del desarme de la guerrilla ha estado sobre la mesa.
El martes, el propio presidente Juan Manuel Santos se refirió a este asunto tan sensible, en el marco de la clausura de los cursos de Altos Estudios Militares (Caem) e Integral de Defensa Nacional (Cidenal).
“… Esa paz a la que queremos llegar no es nada diferente a una transición, a un cambio, de una gente que está en el monte disparando, a darles la oportunidad a que si quieren seguir su lucha la sigan. Sin armas, sin violencia, por las vías democráticas, acogiéndose a la ley”, precisó.
Y agregó: “¿Por qué están dispuestos a dar ese paso? Pues porque se dieron cuenta que por el camino en que estaban embarcados no iban a llegar a ningún lado… Si ellos están dispuestos a dar ese paso, quién se queda con las armas, quién es el que se desarma y por consiguiente quién ganó. Esa es una pregunta de fondo que tiene una respuesta muy obvia y muy sencilla”.
Puntualizó el Jefe de Estado que gracias a la perseverancia y resultados de las Fuerzas Militares y de Policía hoy podemos tener una situación en donde hay posibilidades altas de conseguir esa paz.
Esta semana también el tema del desarme de la guerrilla apareció referenciado en una columna del senador conservador José Darío Salazar, quien hizo referencia a las declaraciones a mediados de este mes de Santos sobre el mismo asunto.
Según Salazar, “el Presidente no nos ha aclarado a los colombianos si la dejación de las armas que pactó con la guerrilla implica la entrega de las mismas al Estado colombiano. De no ser así, y todo indica que no lo es, la guerrilla se quedará con las armas, pues para ellos la dejación es tenerlas en sus casas, al lado del ciudadano inerme; en sus fincas, al lado del campesino indefenso; en sus comercios, desde donde podrán vigilar los movimientos y la rutina de sus vecinos comerciantes o empresarios, en sus sedes de trabajo o políticas”, sostuvo Salazar.
Agregó que esa situación constituía un “gran riesgo para el ciudadano, el campesino e incluso para la seguridad nacional; será como tener unas milicias bolivarianas, con la diferencia de que los militantes de las Farc son expertos en el secuestro, la extorsión y el asesinato”.