El nuevo primer ministro de Francia, Jean-Marc Ayrault, de 62 años de edad, es poco conocido del gran público, pese a que, diputado y alcalde de Nantes, la sexta ciudad de Francia, es una personalidad del Partido Socialista, cuya bancada en la Asamblea Nacional presidió durante 15 años.
Ayrault, allegado de François Hollande, es un conocedor de Alemania, cualidad que sin duda contribuyó a que el presidente François Hollande le confiara la jefatura del gobierno en momentos en que las relaciones franco-alemanas son uno de los temas más difíciles de la nueva presidencia.
Ex profesor de alemán, Ayrault hizo estudios en Wurzburgo (Baviera) y mantuvo estrechos vínculos con Alemania, donde tiene buenas relaciones tanto con socialdemócratas como con miembros del partido de la canciller Angela Merkel.
La ciudad de Nantes, que dirige desde 1989, está hermanada con Sarrebruck, cuyo alcalde fue durante mucho tiempo Oskar Lafontaine, dirigente que abandonó el Partido Social Demócrata alemán (SPD) para adherir al movimiento antiliberal Die Linke.
En su blog, Ayrault afirma su convicción de que "la relación franco-alemana no puede funcionar sin una cierta intimidad. Necesita constancia y estabilidad" y "el nuevo impulso europeo sólo puede construirse alrededor de una voluntad franco-alemana refundada, fuerte y compartida".
Diputado desde 1986, presidente de la bancada socialista en la Asamblea Nacional, la Cámara Baja del Parlamento francés, desde 1997, Ayrault no estudió en las grandes escuelas que forman en Francia la élite del Estado ni procede de la burguesía.
Ayrault, hijo de obrero, nació el 25 de enero de 1950 en una pequeña ciudad del oeste de Francia, e hizo sus primeros pasos en política en la juventud rural cristiana. En 1971 adhirió al Partido Socialista.
"No tengo complejos sociales, pero me molesta en París una forma de elitismo y de condescendencia", declaró recientemente a la AFP.
Bajo su administración, Nantes se convirtió en una metrópoli cultural y universitaria activa, considerada una de las ciudades de Francia con mejor calidad de vida, pese a los duras consecuencias que había dejado el cierre de los astilleros que constituían su principal actividad.
Nunca derrotado en las elecciones a las que se presentó, el único escollo de su recorrido político fue una condena por favoritismo en 1997 por haber atribuido un contrato de la alcaldía sin haber llamado previamente a licitación. En la época Ayrault clamó su honestidad y argumentó que se trataba de un error de gestión.
Tras una apariencia fría, sus colaboradores describen un hombre con carisma, que sabe trabajar en equipo y motivar a sus seguidores.
"Es perseverante, riguroso, muy atento a los otros, y conoce perfectamente los asuntos" a su cargo, dice uno de ellos.
Su vida privada es de una total normalidad. Casado desde hace 40 años con Brigitte Ayrault, profesora que acaba de jubilarse, tiene dos hijas y varios nietos. Le gustan las novelas policiales y suele pasar vacaciones en camping-car.
Tiene un gran sentido del humor, según sus allegados, entre ellos el propio François Hollande, que tiene la reputación de ser un experto en la materia.