La aviación siria bombardeó ayer los suburbios orientales de Damasco, feudo de los rebeldes, cuando se cumplen casi 20 meses de guerra que ha causado en este país más de 36.000 muertos, en su mayoría civiles.
De esas 36.000 víctimas mortales registradas desde el inicio de la rebelión, el 15 de marzo de 2011, 25.667 fueron civiles según el Observatorio sirio de Derechos Humanos (OSDH), que también considera como civiles a quienes tomaron las armas contra las tropas del régimen de Bashar Al Asad.
El número de soldados muertos llega a 9.044 y el de desertores a 1.296, según esta ONG basada en Gran Bretaña, que posee una red de militantes y dispone de fuentes médicas en todo el país.
Entretanto, en Pekín el mediador internacional Lakhdar Brahimi declaró esperar "un papel activo de China", aliado de Asad, para hallar una solución a la crisis.
La brutal represión por el régimen de la rebelión ha acabado por militarizar el conflicto.
La aviación siria bombardeó el miércoles suburbios al este de Damasco donde se hallan atrincherados grupos rebeldes, un día después de haber procedido al primer bombardeo aéreo de un sector de la capital, según el OSDH.
"Los aviones de guerra llevaron a cabo cinco bombardeos contra las regiones agrícolas alrededor de las localidades de Saqba y Duma (este), y se podía ver una humareda", añadió el OSDH.
El martes, según el OSDH, 30 civiles, entre ellos cuatro mujeres y cinco niños, así como 13 rebeldes, murieron en bombardeos aéreos y en diversos combates en los suburbios de la capital. En todo el país murieron un total de 182 personas, entre ellas 95 civiles.
Tras haber viajado a Moscú el emisario internacional de la ONU fue recibido en Pekín por el ministro chino de Exteriores Yang Jiechi, quien saludó "los esfuerzos" de Brahimi para frenar la violencia en Siria.
Brahimi intenta nuevamente convencer a los dirigentes chinos que no se opongan a una acción en Siria del Consejo de Seguridad de la ONU. "La crisis en Siria es muy, muy peligrosa, la situación es mala y está empeorando", había afirmado el emisario, el lunes en Moscú./AFP