Conejo blanco, conejo rojo: real prueba de talento | El Nuevo Siglo
Foto cortesía
Jueves, 5 de Octubre de 2017

¿Comedia, drama, truco o realidad? Esto solo lo podrá decidir cada espectador, como lo han hecho los miles que disfrutado de la puesta en escena de “Conejo blanco, conejo rojo” en más de 15 países y no menos de 15 idiomas.

Ahora llega a Colombia este impactante espectáculo que ha revolucionado al mundo de las artes escénicas y que  ha sido interpretado por reconocidos actores como Whoopi Goldberg, Nathan Lane, Alan Cumming, Patrick Wilson y Ken Loach, entre otros. Un desafío teatral del dramaturgo iraní Nassim Soleimanpur, donde cada noche un actor diferente asume el reto de subirse al escenario a interpretar un libreto que se le entregará en el mismo momento.

Así, sin ensayos, sin conocimientos previos del tema y sin ni siquiera conocer al director que se encuentra a siete años y miles de kilómetros de distancia (Irán), los actores se lanzarán al vacío para sumergirse junto al público en una experiencia conmovedora, impactante, irrepetible e inolvidable para todos. Una obra de teatro experimental en formato profesional, que traen a Colombia T de Teatro y el Festival Brújula al Sur de Cali. Un experimento teatral que todos y nadie podrán repetir.

Nicolás Montero, John Alex Toro, Laura García, Marcela Gallego, Julián Román, Kepa Amuchastegui, Alejandra Borrero, Julián Arango, Diego Trujillo y Jacques Toukmanian serán los actores que se lanzarán al ruedo, desde mañana y hasta el al 11 de noviembre, en el Teatro Old Mutual de Bogotá,

Con solo una mesa, una silla, un vaso de agua y un sobre sellado que contiene el texto y las indicaciones de un director ‘ausente’, el iraní Nassim Soleimanpour, cada actor deberá interpretar una historia que conoce en el mismo momento que empieza la obra. Armado solo con su cuerpo y su talento enfrentará los límites de un juego audaz, humorístico e íntimo donde se teje una intensa complicidad con los espectadores. Un juego para adultos, de historias variadas donde una vez comience se debe terminar… no importa qué.

Y es que no es improvisación pues existe un libreto con indicaciones estrictas y el compromiso de cumplirlas de manera literal. Tampoco es un montaje convencional pues no se han realizado ensayos previos ni se le ha permitido al actor leer siquiera unas pocas líneas del texto y mucho menos cuenta con escenografía o utilería de las que pueda hacer uso. No es monólogo pues se da una conversación tácita con el director que a pesar de estar en Irán y de haberse eternizado en el texto, escrito en 2010, hace notoria su presencia. “Soleimanpour escribió la obra como una forma de libertad. De algún modo es él mismo, está en el sobre con la historia y en el escenario como un testigo, él es parte de cada función aún sin estar. De hecho a petición suya, en cada presentación debe haber un asiento vacío que lo represente”, escribe Ulises Castañeda en la revista Gatopardo de México.

Tampoco es comedia pero el público se divertirá mucho, ni se encasilla en el drama, la intriga o la tragedia. Es un experimento teatral, que saca al actor de su zona de confort, y que cambia según cada interpretación, lo que hace que cada función sea distinta.

 

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