Un año después de la entrada en vigor de un tratado de libre comercio con Estados Unidos, Colombia se prepara ahora para aplicar un acuerdo similar con otro gigante, la Unión Europea, con el deseo de entrar al club de los grandes.
Con una economía que todavía depende de las materias primas y aún no recibe suficiente flujo de inversión extranjera, Colombia se embarcó en las negociaciones comerciales con la UE hace siete años.
El TLC, que suprime barreras arancelarias y técnicas, fue ratificado hace un año por el Parlamento Europeo y el pasado 4 de junio el Congreso colombiano hizo lo propio, con lo que se prevé que antes de finalizar este año comience a aplicarse de manera provisional, mientras recibe el aval legislativo de cada uno de los países de la UE.
"Como en todos los tratados de comercio bilateral hay oportunidades y riesgos. El factor más importante desde el punto de vista de las oportunidades es el tamaño y la capacidad de compra", de Europa, señaló a la AFP Gonzalo Palau, profesor de economía en la Universidad El Rosario de Bogotá.
Colombia, la cuarta economía de América Latina, cuenta con una población de 47 millones de habitantes, frente a la Unión Europea que representa un mercado de 500 millones de personas y 25% de la riqueza mundial.
Pero "cualquier beneficio que se pueda esperar en el corto plazo es simplemente un buen deseo más que una realidad factible", apuntó Palau, al evocar la crisis económica que atraviesa Europa.
Ello pese a que la Unión Europa calcula que por efecto del tratado Colombia elevará en un punto su Producto Interno Bruto y las dos partes lograrán ahorros de unos 500 millones de euros al año en derechos aduaneros.
Colombia tiene vigente también un TLC con Canadá, y ha firmado acuerdos comerciales de ese tipo con varios países de América Latina, Asia y Medio Oriente.
El principal reto para Colombia será superar su dependencia de las materias primas, que constituyen más del 70% de sus exportaciones hacia la UE, su segundo socio comercial con 15% de las compras totales.
"Nuestro compromiso es que el país tenga la inserción internacional más apropiada, con reglas estables y claras, para preparar la diversificación de nuestra economía (...) y sobre todo para tener más flujos de inversión hacia Colombia" dijo el ministro de Comercio, Sergio Díaz Granados.
Con un conflicto armado interno que se prolonga desde hace medio siglo, Colombia ocupa apenas el quinto lugar de América Latina en captación de inversiones extranjeras. Para la última década, los fondos provenientes de la UE sumaron 9.000 millones de dólares.
"Un tratado de libre comercio no se limita únicamente a cláusulas que afecten los flujos de comercio exterior. Más importante es el campo que tiene que ver con los factores de atracción a la inversión extranjera hacia un país como Colombia. Este tal vez sea el principal beneficio que se pueda derivar", destacó Palau.
La conquista del Viejo Continente parece compleja para Colombia, que concentra sus exportaciones en solo tres países de la UE --España, Holanda y Reino Unido.
"Colombia en ese momento está exportando sólo a diez países europeos. Hay una posibilidad de ampliar nuestros mercados", dijo a la AFP Ricardo Vallejo, vicepresidente de la agencia estatal de promoción de exportaciones.
Vallejo asegura que su agencia ha detectado por lo menos 800 productos nuevos que podrían interesar al mercado europeo, en particular en el sector agro-industrial, los cosméticos, textiles y plásticos.
"Dependerá de las empresas identificar las oportunidades, una vez que entre en vigor el tratado", lanzó durante una visita esta semana a Bogotá Joao Aguiar Machado, director general adjunto para el Comercio de la Comisión Europea y negociador jefe del acuerdo.
Pese a que la Unión Europea ve con envidia el índice de crecimiento de Colombia, de 4% del PIB para 2012, Aguiar Machado aseguró que el proceso de negociación comenzó antes de la caída de las economías europeas y que el tratado "no fue concebido como una mera salida a la crisis".