Si las toldas de Maduro ganan, así sea por estrecho margen, no habrá mayor cambio en línea de acción frente a Bogotá. Incluso, triunfando la oposición el escenario seguiría complicado
A tres semanas de las elecciones parlamentarias en Venezuela, es incierto cuál será el impacto en Colombia del mapa político resultante del más grande pulso entre el gobierno de Nicolás Maduro y la oposición.
Las encuestas, todas bajo sospecha, parecen darle una ventaja a la opositora Mesa de Unidad Democrática. Incluso el propio Maduro ha lanzado ultimátum advirtiendo que la continuidad de la revolución socialista peligra. Es más, en un mensaje que causó mucha controversia, pareció adelantarse a una posible derrota en las urnas, advirtiendo que si perdía las parlamentarias gobernaría en “unidad popular” en una especie de “unión cívico-militar”, sin saberse exactamente qué significa ello o si planea desconocer el resultado electoral.
Como se ve, el ambiente está muy caldeado. El gobierno está moviendo todo su aparataje presupuestal y propagandístico, en tanto que la oposición, pese a persecuciones y represalias, ha intuido la posibilidad de un triunfo y desafía en todo lugar la fuerza del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Incluso cada vez es más posible que el gobierno Maduro se vea obligado a aceptar una veeduría internacional sobre la transparencia de las elecciones.
Ojo avizor
Si bien no es la primera vez que durante el gobierno Santos se dan elecciones presidenciales, parlamentarias, regionales o locales en Venezuela con Maduro en el poder, sí es la primera vez que el chavismo puede perder en las urnas.
De allí, entonces, que el mapa político resultante de los comicios en donde estarán en juego los 167 escaños de una Asamblea hoy dominada por el oficialismo, tenga una especial importancia para Colombia.
Son dos los escenarios que podrían configurarse. El primero es que el esperado revolcón político que predicen las encuestas al final no se refleje en las urnas, ya sea por la fuerza política de un chavismo que reaccione al verse amenazado o incluso por un presunto fraude, como lo denuncia precautelativamente la oposición.
Si Maduro mantiene el dominio de la Asamblea -así sea por pocas curules- es posible que opte por reforzar la línea de acción frente a Colombia y el gobierno Santos. Es decir, que mantendría en “tensa calma” –dadas las obvias diferencias geopolíticas- la relación con la Casa de Nariño pero aumentaría sus críticas y acusaciones contra facciones como el uribismo y la “oligarquía bogotana”, a la que acusa a cada tanto de cuanto complot se le ocurre a Caracas.
Tema central en esa “tensa calma” es la frontera. Como se sabe desde agosto pasado Maduro cerró intempestivamente gran parte de los pasos limítrofes con nuestro país, aduciendo una amenaza paramilitar, auge del contrabando y una ‘guerra cambiaria’.
Aunque sobrevino una crisis política entre Bogotá y Caracas, y luego una reunión de distensión en Quito entre ambos presidentes, lo cierto es que tres meses después la frontera sigue cerrada. Incluso Maduro ha dicho que la situación en los estados fronterizos (en donde rige el estado de excepción y, paradójicamente, la oposición tiene varios de sus fortines políticos) podría seguir por largo tiempo hasta que Colombia logre “la paz”.
Ante ello el gobierno Santos ha optado por tratar de convivir con el bloqueo fronterizo y lidiar la crisis en los departamentos fronterizos. Es más, ha esquivado una nueva reunión con Maduro, que insiste en ella. Según analistas, Bogotá no querría que el gobierno venezolano utilice dicho encuentro con fines políticos y electorales de cara a los comicios decembrinos.
Lo cierto es que si el chavismo sigue en el poder, su papel como facilitador del proceso de paz entre el gobierno Santos y las Farc seguiría, algo que la guerrilla considera clave estando ya en la recta final de la negociación. Además, no se puede olvidar que en Venezuela está refugiada la cúpula del Eln con la que la Casa de Nariño se mantiene un largo proceso de diálogo preliminar que aún no da frutos.
Incluso no faltan los analistas que consideran que si el chavismo se mantiene con el dominio del Legislativo, habría más chance de que cumpla con la promesa de suministro gasífero a Colombia pactada años atrás y que ahora es urgente para nuestro país dada la escasez de ese combustible por la baja producción local y la mayor demanda interna por efecto del fenómeno de El Niño.
¿Y si gana oposición?
Un segundo escenario que podría dejar la cita en las urnas es, precisamente, que la oposición gane el dominio de la Asamblea y desde allí se vuelva un contrapeso de poder real y tangible al Palacio de Miraflores.
Para algunos analistas esto podría ser positivo para Colombia, ya que la oposición ha insistido en que el cierre de la frontera y otras actitudes hostiles de Venezuela contra el gobierno Santos, el uribismo y otros sectores externos hacen parte de una ‘cortina de humo’ de Maduro y su partido para culparlos de ser responsables en parte de la grave crisis política, económica y social que atraviesa la vecina nación.
La oposición considera que Santos tiene una actitud tibia con Maduro. Así como valoran que sea el único presidente latinoamericano que ha hablado sobre el caso del encarcelado líder opositor Leopoldo López e incluso pedido a Venezuela que admita las misiones de observación electoral externas, también advierten que Bogotá mantiene una especie de ‘silencio cómplice’ frente a otros abusos internos de Maduro.
Ahora bien, si la oposición ganara el dominio de la Asamblea, de allí a que pueda presionar a Maduro a morigerar su actitud frente a Colombia hay mucho trecho. Es más, el rumor en Caracas es que si el chavismo pierde el poder legislativo, por la vía de una nueva “ley habilitante” buscaría como debilitarlo y, de paso, concentrar más poder discrecional en cabeza del Ejecutivo.
Como se ve, son múltiples las hipótesis que se pueden formular sobre cuál sería el resultado electoral del 6 de diciembre en Venezuela y cómo influiría en la siempre tensa relación entre Bogotá y Caracas. Por ahora, lo mejor es esperar a que las urnas den su dictamen y se puedan proyectar tesis sobre escenarios reales.