“Sabia y oportuna encíclica de S.S. Francisco”
UN DOCUMENTO DE REFLEXIÓN
“Alabado seas”
QUÉ sabia y oportuna la encíclica que S.S. Francisco le ha dedicado al tema ambiental. Comienza diciendo que “la violencia que hay en el corazón humano… también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes.”
De esta manera el Papa Francisco sigue y desarrolla la línea doctrinal que se iniciara con la encíclica Pacem in terris, de Juan XXIII, dirigida a todos los hombres de buena voluntad. Continúa con Octogésima adveniens, de Pulo VI., que trata como crisis el problema ecológico. Luego Juan Pablo II en Redemptor Hominis llamó a una “conversión ecológica global”. Y Benedicto XVI, en Caritas in veritate, invita a corregir “los modelos de crecimiento que parecen incapaces de garantizar el respeto al medio ambiente”.
Explica el Papa Francisco que la fuente de inspiración de la encíclica “Alabado seas”, es san Francisco de Asís, a quien describe como “un místico y un peregrino que vivía con simplicidad y en una maravillosa armonía con Dios, con los otros, con la naturaleza y consigo mismo”. Agrega que en él se advierten “hasta qué punto son inseparables, la preocupación por la naturaleza, la justicia con los pobres, el compromiso con la sociedad y la paz interior”.
La encíclica se ocupa en temas tan importantes como la contaminación y el cambio climático, del clima como bien común, de la cuestión del agua, de la pérdida de la biodiversidad, del deterioro de la calidad de la vida humana y social, de la inequidad planetaria, de la debilidad de las reacciones. Se refiere a lo que identifica como “debilidad de la reacción política internacional. El sometimiento de la política ante la tecnología y las finanzas se muestra en el fracaso de las cumbres mundiales sobre medio ambiente”.
Resulta particularmente curioso que un documento de reflexión tan denso y tan profundo, que servirá de guía al mundo en esta materia, no le haya merecido, hasta este momento, mayor comentario a las autoridades del Estado que se ocupan del diseño y ejecución de la política pública que busca la protección del medio ambiente. Y, en forma paradójica, sí lo hicieron las Farc, para luego desatar en forma irracional la ola de violencia de los últimos días contra el medio ambiente afectando bienes indispensables para la supervivencia de la población civil, como dinamitar un tramo del oleoducto transandino que pasa por Tumaco y contaminar con crudo el río Mira que dejó a esta población sin agua potable y sin luz; así ocurrió en diferentes regiones del país. Conductas delictivas que constituyen graves infracciones al D.I.H. Hasta la naturaleza se ideologizó en este conflicto tan degradado que estamos viviendo los colombianos.
Todos los integrantes de la mesa de diálogos en La Habana deberían leer la encíclica e incorporarla al punto de reparación de las víctimas, si es que allá llegamos.
Del mismo modo, los ministerios de Ambiente, de Vivienda, de Educación, el Departamento de Planeación y las CAR, entre otras entidades, no deberían dejar pasar inadvertidas las recomendaciones de este luminoso documento.