Volmar Pérez | El Nuevo Siglo
Viernes, 28 de Agosto de 2015

OPERACIÓN DE LIMPIEZA

Emergencia humanitaria en la frontera

No  nos sorprende del todo la declaratoria de emergencia, el estado de excepción por dos meses que ha decretado el Gobierno de Nicolás Maduro en la zona de frontera. Cuando se agudizan los problemas internos, con el nivel de desestabilización institucional que vive Venezuela, donde prácticamente están suspendidas de hecho las garantías constitucionales, porque los cuerpos institucionales y parainstitucionales detienen a cualquier ciudadano sin razón o motivo justificado o por la simple sospecha de creer que se está conspirando contra el régimen constitucional, y más si se trata de ciudadanos de origen colombiano. 

Ante el Gobierno de Nicolás Maduro los colombianos tenemos un estigma: se presume sin fundamento que los ciudadanos de origen sencillo radicados en Venezuela son “paramilitares” o delincuentes que van a atentar contra la vida de alguien.

Desde luego que los problemas de la frontera son muy complejos. A lado y lado de la línea fronteriza conviven grupos armados, bandas de traficantes de gasolina y de drogas. Siempre ha hecho falta una política de fronteras que enfrente la médula de los conflictos no solo con medidas de orden público que afectan a ciudadanos inermes y humildes campesinos, muchos de los cuales ya tienen cédula de ciudadanía de Venezuela. 

Se trata del viejo recurso de utilizar los problemas de la frontera que, por supuesto, existen, para exacerbar los ánimos de los venezolanos. Algunos dirigentes han hecho carrera explotando sentimientos nacionalistas contra Colombia como Rafael Caldera, el dictador Pérez Jiménez, José Vicente Rangel, entre otros.

Pero no, presidente Maduro, usted no nos puede tratar así. Usted es hijo de un inmigrante venezolano que tuvo que salir del país con el régimen que se inauguró en 1945 en su Venezuela. Nicolás Maduro García se instaló en la hidalga ciudad de Ocaña en donde terminó el bachillerato en 1947. Usted es hijo de una dama cucuteña. No caiga en la trampa de tratar de aliviar los problemas internos echándonos la culpa de todos los males que padece su país.  Recuerde que a Bolívar también le cerraron la frontera. Aquí recibimos con complacencia venezolanos que se han venido a buscar un mejor futuro.

El estado de excepción se puede entender para adoptar medidas que enfrenten a los grupos armados ilegales y las bandas que trafican con la gasolina, con estupefacientes, con el contrabando.  Pero no para atropellar a quienes transitan por los dos puentes internacionales que comunican a Cúcuta con Ureña y San Antonio o de conculcarles los derechos a los residentes en el Estado Táchira.

Con el pretexto de realizar un censo montaron un operativo militar para llegar a las viviendas de los connacionales desalojándolos y tratándolos como delincuentes. Luego les pintaron las casa con “R” o una “D” para indicar que fueron revisadas o serán demolidas. Ese trato es propio de los Estados totalitarios. Es una operación de limpieza que lleva una orden de extrañamiento. Colombia debe invocar la Convención Americana, la Carta Democrática, y solicitar la presencia de los Altos Comisionados de las Naciones Unidas para los Refugiados -Acnur-, y para los derechos humanos.