El perfil del abusador es común, por lo general se trata de personas soberbias, prepotentes, arrogantes y henchidas de poder. Pero no es necesario que el abusador o violador sea persona acaudalada, muchos de ellos pueden ser pobres o aún menesterosos. Esa patología no la forma el dinero únicamente, es un mal del alma, son las sensaciones irrestrictas del placer morboso, bien sea quien abusa sexualmente de otra persona: hombre, mujer o niño. Los siquiatras y sicólogos lo analizan como un desorden mental y es cierto, pero también se debe a profundas frustraciones de niñez o juventud, o porque no también de la edad adulta.
Pero no solo la violación y el abuso son de orden sexual, lo son también de poder. Generalmente quien abusa del poder abusa del cuerpo de las personas.
Es sensible el caso de la periodista Claudia Morales quien denunció públicamente su hecho, sin revelar el nombre del violador, pero si dando sendas señas que fácilmente permiten identificarlo, como es mi caso que por los indicios creo saber de quién se trata, por los rasgos de la narración y el perfil del sujeto. Desde luego no voy a enunciar un nombre, sería irresponsable de mi parte, pero estoy convencido de saber quién es “Èl”.
Este caso no es aislado, las denuncias a nivel mundial que se están dando de hombres famosos y poderosos por abuso sexual muestran que en el mundo de la política, los negocios, la farándula y deporte es común, como también en el estudiantil, en las iglesias y por qué no decirlo, en las familias.
Casos de padres que han abusado de sus hijas, padrastros, hermanos, tíos, cuñados, primos y hasta abuelos. ¡Qué horror! Pero el asunto no solo es de hombres abusando de mujeres, lo es también de mujeres acosando hombres principalmente en el ambiente laboral. Jefes mujeres que obligan a sus subalternos a tener relaciones con ellas. Si se revisaran los estrados judiciales se aterrarían del enorme número de estos casos. Lo que pasa es que el hombre en su machismo por lo general no lo denuncia y al tener un rato de sexo, prefiere callar o comentar la aventura con sus amigos sobre la calentura de su jefe.
El caso de las mujeres es mucho más traumático, porque esto marca profundamente su vida. Quien como Claudia y tantas mujeres silenciosas que llevan por años ese dolor adentro, haber sido poseídas por alguien en contra de su voluntad, abusando de su poder, sintiéndose indefensas y atemorizadas.
Respetado el derecho al silencio, el mejor aporte a la sociedad sería denunciar, acabar con la farsa de los violadores, ellos deben pagar por lo que hacen, no solamente ante la justicia sino en la sociedad. Mostrar cínicamente la cara diariamente como lo hace “Él”, mientras una mujer o quien sabe cuántas han sido violadas por ese sujeto que sigue pavoneándose en la pantalla de televisión. ¡El abuso del poder es una aberración!