PREOCUPACIONES NACIONALES
¿Para dónde vamos?
EL PAÍS atraviesa momentos de incertidumbre y confusión. Si se analiza el aspecto económico, nos encontramos con que el bajonazo del petróleo, que sitúa su precio de compra hoy a U$38 dólares el barril, hace que nuestros ingresos externos se vean reducidos y los presupuestos se encuentren en déficit, ya que siempre que se elaboraron tomando como base la venta de crudo a U$50 dólares por barril, lo que ha supuesto recortes en gasto e inversión.
Adicionalmente, la famosa revaluación del dólar que sitúa hoy la tasa representativa del mercado a $3.135, cuando el 1 de enero de 2015 se encontraba a $2.392, supone que nuestro patrimonio en términos internacionales se haya reducido a la mitad. Somos un 50 por ciento más pobres, en tan sólo 14 meses de diferencia. Y si pasamos a mirar la cartera de comercio exterior nos encontramos con que si bien pareciera darse el escenario idóneo para las exportaciones, porque nuestros exportadores recibirían más pesos en el mercado internacional con el alza del dólar, lo cierto es que el 40 por ciento de las ventas externas de Colombia son de petróleo y sus derivados y con la caída del precio del barril es poca la estructura económica de exportación que nos queda. Sumado a ello están los datos que indican que las exportaciones de nuestros productos han caído en casi un 35 por ciento, dejándonos un ambiente de zozobra y pesimismo.
A lo anterior hay que adicionar el desempleo, que se mantiene según los datos del Dane de febrero de 2016, en más del 11%, y por supuesto, el casi inminente racionamiento de energía debido al fenómeno de El Niño y hay decirlo: el mal manejo y falta de información de las autoridades competentes sobre un fenómeno que siendo de antemano conocido no generó la oportuna puesta en marcha de medidas que hubieran hecho la situación menos trágica.
Y hasta aquí solo un repaso del acontecer económico, porque si tocamos otros aspectos como el de seguridad, encontramos que es preocupante para los distintos territorios urbanos, en especial ciudades como Bogotá, que siguen sufriendo robos y atracos, muchos de ellos con víctimas mortales de por medio. Preocupante es también el desasosiego generalizado por el futuro incierto de nuestra política, salpicado de escándalos de corrupción, de acoso, de intimidaciones y demás titulares que leemos a diario y que generan cierta polarización entre los ciudadanos que de repente se ven encasillados en dos bandos: se califican de buenos o malos solo por expresar opiniones contrarias al asunto de turno.
Entre tanto seguimos pendientes, y porque no decir inquietos, sobre el anuncio de nuestra Canciller de que algo se firmará el 23 de marzo sobre la paz, aunque aún no sea claro si se tratará del acuerdo definitivo o de un acuerdo parcial y sin que sepamos aún el contenido real y total de lo hablado y pactado en La Habana.