VÍCTOR CORCOBA HERRERO* | El Nuevo Siglo
Sábado, 12 de Abril de 2014

El auténtico deporte salva y sana

 

El genuino deporte es seguramente uno de los fenómenos  que, con un lenguaje comprensible a todos, más nos influye a través de sus profundos abecedarios. Puede ser vehículo de elevados valores humanos, máxime si se práctica con pleno respeto a sus reglas. Tras el alma deportiva hay capacidades físicas e intelectuales, de táctica y esfuerzo, pero también respeto, tolerancia y comprensión hacia el adversario. Por eso, nos alegra que este año Naciones Unidas haya celebrado el primer Día Internacional del Deporte para el desarrollo y la paz (6 de abril).

Personalmente, estoy convencido de su gran efecto pedagógico de fortalecimiento de las sociedades en su conjunto, en la medida que congrega a multitudes de diversas culturas alrededor de unos valores comunes, que conllevan una vida sana, despojada de vicios, y que, además, fomenta la igualdad de género y el empoderamiento de los jóvenes como agentes de cambio. También el deporte tiene un efecto salvavidas, o de rescate humano, puesto que aviva el desarrollo de las relaciones sociales en un ambiente de recreación y divertimento, casi siempre al aire libre, estimulando a la persona a dar lo mejor de sí y a evitar aquello que pueda ser peligroso o perjudicial para sí mismo o para los demás. Por desgracia, junto al auténtico deporte que salva y sana, ha espigado otro que mortifica y traiciona, que busca sólo el lucro y que separa. Más allá de una práctica que favorece el vigor físico, hemos de templar el carácter, con espíritu conciliador, sabiendo que los triunfos se marchitan, y lo que permanece son los buenos modales.

Los referentes deportivos han de ayudarnos a convivir, han de ser la referencia en un espacio intercultural, activando el entendimiento en un campo de juego común como es el mundo. No somos personajes de tragedia, sino individuos con alma, y como en el  deporte, precisamos sentirnos arropados en el equipo humano para conquistar nuevas armonías, especialmente en un momento de tanto desconsuelo como el actual. Aprovechar este potencial deportivo para elaborar planteamientos innovadores en materia educativa, y así poder forjar un futuro más humano, lo considero importantísimo, sobre todo para sentar las bases de un desarrollo más humanista. Si en verdad queremos superar las profundas desigualdades y hacer frente a todas las formas de discriminación, tenemos que jugar más limpio y cooperar mucho más en el terreno de juego, como lo hacen los verdaderos deportistas a la hora de competir.

Sin duda, el deporte, -como dice Naciones Unidas-, "da autonomía a los jóvenes, favorece la buena salud y fomenta valores como la igualdad, el respeto mutuo y la deportividad". Las iniciativas deportivas cuando tienen como objetivo el desarrollo integral de la persona y se realizan bajo la dirección de personal cualificado y verdaderamente formado, son una buena ocasión para derribar barreras, porque además poseen la fuerza de inspirar emociones de unión. Ya lo advirtió el escritor francés, Albert Camus (1913-1960), cuando dijo: "Todo cuanto sé con mayor certeza sobre la moral y las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol". La enseñanza de cómo ganar y cómo saber reconocer la derrota sin sacrificar las metas y objetivos, es un claro ejemplo de esas reglas o normas por las que se rige el comportamiento o la conducta de un ser humano en relación con la sociedad, a sí mismo, y a todo lo que le rodea.

El fenómeno del deporte, pues, salvo los posibles estallidos de violencia durante o tras las competiciones, suele generar un clima de de sosiego que se agradece cuando la realidad que nos circunda tiene tantos frentes de violencia abiertos. Los juegos olímpicos han sido un claro ejemplo de servicio para derribar estereotipos negativos y formar otro espíritu más conciliador. Celebro, por tanto, que Naciones Unidas injerte en el planeta la oportunidad de reconocer el espíritu deportivo como un valor en la consecución de grandes metas como los objetivos del desarrollo del milenio; puesto que todos sabemos que el deporte mueve masas y su impacto es grandioso.

corcoba@telefonica.net

*Escritor