Víctor Corcoba Herrero* | El Nuevo Siglo
Lunes, 3 de Agosto de 2015

ALGO MÁS QUE PALABRAS

Puertas abiertas para acoger

 

Hemos   construido un mundo de puertas cerradas, cuando han de estar siempre abiertas para acoger, en favor de los más desprotegidos. La llave maestra es don dinero como siempre. Quizá uno de los grupos más menospreciados sean los pueblos indígenas. Según Naciones Unidas hay por lo menos cinco mil grupos aborígenes y autóctonos, compuestos de unos cuatro centenares de millones de personas, que viven en cerca de cien países de cinco continentes. Junto a estas gentes, también hay otras excluidas y marginadas de los procesos de toma de decisiones, que suelen habitar en las periferias,  como si fueran productos de desecho. Es aquí, en estos sectores de la población, donde la hospitalidad en familia es una auténtica virtud decisiva.

También cohabita otro grupo de despreciados en cualquier esquina del mundo, no sabemos cuántos, porque a veces tienen que ocultar su identidad, abandonar su idioma y hasta sus costumbres tradicionales para poder vivir. Deberíamos sumar asimismo la cantidad de personas explotadas, sometidas a represión y tortura, cuando pretenden alzar la voz en defensa de sus derechos. Por consiguiente, ya que cada año, el 9 de agosto, se conmemora el Día Internacional de los Pueblos Indígenas, convendría poner más empeño en la promoción y protección de sus ansias por vivir dignamente, que son esenciales para nuestro futuro en convivencia y, a la vez, imprescindibles para crecer como familia.

La exclusión y la pobreza dificultan el desarrollo humano, como un ser dispuesto a hermanarse con su misma especie. Quizá tengamos que pasar del compromiso a la acción. Estamos hartos de comprometernos con la palabra, sin pasar de las buenas intenciones. Esta es la cuestión. Por ende, la primera puerta que hemos de tener abierta es la del corazón, puesto que sí ésta permanece indiferente, todo será decir y no hacer nada.

Fundamental es crear un mundo que valore la riqueza de la diversidad humana, no menos importante es reavivar un mundo que se construya sobre el auténtico amor, y no sobre los intereses de algunos privilegiados. Por eso, nos entristece que el fantasma de la violencia xenófoba se acreciente por el planeta, y la llegada de refugiados active aún más el cerramiento de las puertas en algunos países. Por tanto, el desafío que se plantea a toda la humanidad es, evidentemente, más que de orden económico y técnico, de orden moral y político. Es un asunto de solidaridad vivida, de desarrollo compartido y de puertas abiertas al progreso de toda la familia.

Quizás debemos mirar más a la persona, y cuando sepamos mirarnos, estoy convencido de que surgirá el anhelo por sentirnos familia. Únicamente así podremos sentir la necesidad de compartir la esperanza por un futuro mejor. Connatural con tal acción, descubriremos que el secreto de la felicidad radica en la liberación de uno para donarse, y en el secreto de la libertad para hacerlo, en el corazón que pongamos en ello. Permanezcan, pues, las puertas del alma siempre abiertas; que un espíritu sano es lo más hermoso que el cielo puede concedernos para soltar las lágrimas de esta pobre Tierra nuestra. 

corcoba@telefonica.net

*Escritor