Conciliar pensamientos con acciones
Nos hemos globalizado, pero nos falta conciliar pensamientos con acciones. La única manera de poder avanzar es a través de la cultura de la colaboración. Tenemos que entender que todos necesitamos de todos. Que es bueno aportar ideas y escuchar otras. Lo sabemos, pero hacemos bien poco por llevarlo a buen término. La violencia no es la llave de nada. Sin embargo, la consideración hacia todo ser humano alienta hacia un espíritu más pacifista, más armónico en suma, porque todos somos familia queramos o no, y tampoco podemos encerrarnos en nuestras historias, tenemos que vivir unidos, desde una posición de mínimos como son los derechos humanos. Por desgracia, nos dividen otros pensamientos más interesados que suelen revestirse de poder y esclavitud.
La misma sociedad que no se atreve a pensar, o no le dejan madurar, difícilmente puede salir del pozo. Es la hora del reencuentro, de la calma sin pausa, del coraje por proponer las mejores ideas. No se pueden disfrazar las penurias que viven algunas personas. Están ahí, esperando nuestro consuelo. Se nos han impuesto que las relaciones estén reguladas por el lucro y hay una cierta obsesión por un poder que aborrega. Las recetas económicas siguen cosechando injusticias. Dejemos de prescribirlas. Según los analistas la eurozona ha retrocedido 5 años en PIB y 7 años en empleo. El mundo se repliega en lugar de abrirse. Algo no funciona.
No cabe duda, que vivimos una nueva época en la que tenemos que invertir más tiempo en pensar de manera confluente y colectiva. Ya está bien de que piensen por nosotros, bajo una manipulación perversa, muy sutil, que nos invade hasta nuestros ratos de silencio, y así, no se puede entender el sentido de las cosas, ni su razón de ser.
El futuro nos exige la búsqueda de líderes honestos, responsables, para que puedan tomar acciones libres. Tenemos que huir del elitismo y dar la oportunidad a todos los seres humanos de insertarse en la sociedad. Quienes disponen de escasos medios económicos apenas tienen voz en las grandes tribunas. No es humano ni tampoco responsable allanar el camino a unos pocos, mientras otros se mueren en la propia miseria. Sin duda, tenemos que tomar colectivamente un conjunto de medidas que atiendan, sobre todo a los más necesitados, para construir un porvenir esperanzador, reforzando la convivencia.
El medio de no cambiar es no dejar tiempo para pensar, y ocultar la verdadera realidad. Como dijo Voltaire, “hay quienes solo utilizan las palabras para disfrazar sus pensamientos”. Cuánta razón se vierte en ello. Deberíamos utilizar los lenguajes del corazón mucho más, seguramente así propiciaríamos una manera distinta de habitar este mundo, del cual nosotros como sujetos pensantes somos la parte principal del reino de la vida. Por consiguiente, estimo que es vital conciliar pensamientos para restablecer cooperación entre unos y otros.
Hoy más de un tercio de las personas viven bajo el umbral de la pobreza. Al final lo que perdura es la generosidad de las gentes, que no son otras que las energías espirituales propias del ser humano, es decir, la observancia de un cierto orden compasivo. Seguramente, si pensásemos más bajo la realidad espiritual, valoraríamos otras dimensiones que ahora se nos pasan inadvertidas, como puede ser la edificación de un mundo habitable para todos, bajo el reinado de la mano tendida y el abrazo sensible.
*Escritor