VÍCTOR CORCOBA HERRERO* | El Nuevo Siglo
Lunes, 17 de Junio de 2013

El último ciclo de vida

 

Sé  que un mundo materialista y hedonista como el nuestro trata muchas veces de comerciar con vidas indefensas; pero, a pesar de esa falta de cariño y comprensión, de aislamiento y reclusión, siguiendo las directrices del refranero popular, en ocasiones es mejor estar solo que mal acompañado. Ciertamente, un buen pacto de convivencia con la soledad suele traer instantes de plenitud, que no sólo nos transforman, también nos transportan a un universo de excelentes abecedarios. Pienso que es una buena manera de huir del calvario de este mundo salvaje, al que venimos solos y solos nos vamos (o nos vemos) en tantos momentos.

Por desgracia para todos, porque al final todos llegamos (o queremos llegar) a viejos, esta sociedad que desprecia a los ancianos, se desecha también ella misma, al  desmembrarse de sus raíces. En cualquier caso, no se pueden cerrar los ojos a situaciones que requieren un cuidado especial. Indudablemente, la realidad es tan dura para algunas personas de avanzada edad, o de edad madura, que deberíamos replantearnos el escenario de la vejez en la sociedad de hoy, tan disgregada e interesada como violenta y mezquina.

El abuso y maltrato a las personas que se encuentran en el último ciclo de sus vidas es más frecuente de lo que puede parecernos, en parte porque es un tema abandonado por todas las culturas, que suele estar ahí, desatendido, oculto para que pase inadvertido, y lo peor de todo es que en una sociedad deshumanizada, este problema social lejos de decrecer, va en aumento. Eestas inhumanas actuaciones contra las personas mayores, tanto en el hogar como en las instituciones, deben erradicarse. De nada sirve que, alarmados por esta cuestión cada vez más extendida, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclame el día mundial de su toma de conciencia (15 de junio), si luego el maltrato físico, financiero o emocional, a las personas ancianas se sigue produciendo con total impunidad. Tenemos que pasar de las conmemoraciones a los hechos.

Es hora de activar una sociedad globalizada para todos los ciclos de la vida, dispuesta a entenderse y a comprenderse, que deteste comportamientos abusivos, y al tiempo, realce la vida de los ancianos para reorganizar la propia existencia, confluyendo la experiencia vivida con las capacidades adquiridas por los años. La cátedra de la vida no se obtiene en ninguna universidad y sobrepasa con creces la sabiduría que se enseña. De ahí la importancia de trasladar una imagen positiva del envejecimiento a esta sociedad caótica. La solidaridad entre las generaciones es fundamental para la cohesión de un mundo tan fraccionado.

corcoba@telefonica.net

*Escritor