Grandes problemas del mundo actual
A punto de decirle adiós al año 2012 se me ocurre plantear un análisis sobre los grandes problemas del mundo presente. Frente a unos países en permanente desarrollo, que contaminan sin cesar el planeta, hay otras naciones en retroceso, en las que sus moradores conviven con la muerte a diario, o sea con el olvido. Andamos sumidos en palabras fáciles o en batallas inútiles, cuando en realidad lo importante es ahondar en ideas comunes, verdaderamente liberadoras del ser humano, que nos hagan pensar como colectivo, como unidad de un planeta en el que todos somos necesarios e imprescindibles.
Nos hemos globalizado pero no ejercemos como ciudadanos del mundo. Los migrantes son una carga para muchos gobiernos. Hablamos de paz a todas horas pero las armas siguen siendo el mayor negocio. Los derechos humanos son un privilegio para algunos, puesto que otra buena parte de la población no los conoce. Según Naciones Unidas en 2012, sólo se recaudó el 60% de los fondos necesarios para las operaciones de asistencia humanitaria. Esto significa que la ayuda no pudo llegar a todos los que la necesitaron. Algunos ciudadanos lo pueden comprar todo con dinero, hasta vidas humanas, mientras otros se ven tan necesitados que tienen que venderse. Estas desigualdades obstaculizan el avance hacia la educación universal.
El mundo actual se ha organizado, no en un poder fusionado y solidario, sino según corrientes asociacionistas. Los incluidos en las ruedas del poder económico y político lo que suelen hacer es aplastar aún más a los excluidos del régimen y lanzarlos al precipicio de la indiferencia.
Aún estamos lejos de vivir con los demás y para los demás. El asesino de Newtown actuó con ensañamiento propiciando varios disparos a cada niño. Las políticas solidarias con los más débiles también se han evaporado de los presupuestos de muchos países que se definen como Estados sociales y democráticos de derecho. En ocasiones, parece que se impone una ideología egoísta, mezquina y altanera, a la que no le importa para nada el ciudadano como persona, con sus derechos y obligaciones. A mi juicio, debemos salir de esta tremenda crisis, recubierta de injustos mercados, donde la codicia y la dominación, la violencia y el ajuste de cuentas, son monedas permanentes en esta transacción irresponsable, que ha desvirtuado los valores humanos.
Urge retomar otros caminos más equitativos. No se pueden tolerar atentados y delitos contra la vida. Tampoco pedagogías inhumanas por mucha producción que se imprima. La economía está para salvar al ser humano y no al revés. Aconsejar, por ejemplo, que practiquen la austeridad los que ya viven en la pobreza, aparte de ser grotesco e insultante, no deja de ser un acto más de aislamiento.
En tiempos de turbulencia debemos, sí cabe aún más, ir a la raíz del problema para encontrar las soluciones. Así, debería ser una prioridad para todos los gobiernos del mundo, dignificar la vida de las personas con un trabajo decente. No se puede hablar de "generaciones sin futuro" en un mundo global.
Como dijera Cervantes, "al poseedor de las riquezas no le hace dichoso el tenerlas, sino el gastarlas, y no el gastarlas como quiera, sino el saberlas gastar", por tanto, tan importante es saber guardar como saber gastar.
*Escritor