Víctor Corcoba Herrero | El Nuevo Siglo
Jueves, 30 de Junio de 2016

ALGO MÁS QUE PALABRAS

El tremendo caos del mundo

 

EL mundo vive un tremendo caos. A veces da ganas de huir ante la multitud de fracasos. La inestabilidad y la incertidumbre parecen ganarnos la batalla, a pesar de tantos avances científicos y de tantas formaciones vertidas en tecnologías. Lo cierto es que cada día, nos levantamos con nuevas riadas de desconsuelos que dejan al planeta sin vida; y, lo que es peor, sin expectativa. La desbordante xenofobia, nos resta fuerza para trabajar unidos. Europa, que debería hacer frente común a la crisis de refugiados con humanidad, está sumida en una fuerte crisis, tras el referéndum en el que el Reino Unido decidió abandonar el vínculo de unión europeísta, que no es otro, o al menos no debiera serlo, que un futuro basado en la capacidad de trabajar juntos para superar las divisiones, favoreciendo la armonía y la comunión entre todos los pueblos del continente. A este panorama de separación, hay que sumarle el afán delictivo, donde las organizaciones se acrecientan por todos los continentes, sembrando odios y venganzas por doquier, lo que agranda multitud de enfrentamientos. Tanto es así, que necesitamos desesperadamente reencontrar otros horizontes más pacíficos, o si quieren más justos, para poder asentarnos y respirar profundo.

 

Este caos de irresponsabilidades que sufre buena parte de la especie humana no puede continuar por mucho tiempo. Cualquier ciudadano debe reivindicar algo tan básico como la dignidad.  Mal que nos pese, esta tremenda desigualdad entre unos y otros, es un desafío frontal a los principios democráticos. Por consiguiente, la libertad de acción es un signo de progreso. No se puede impedir la reacción frente a tantos abusos, casi siempre propiciados desde un poder interesado que no permite la participación cívica de sus ciudadanos. Cuando las sociedades excluyen y no son inclusivas, cuando los gobiernos gobiernan para sí y los suyos, la prosperidad no llega a buen destino. Sin duda, debemos hacer mucho más por la ciudadanía en su conjunto.  Seguir en este desconcierto, sin escuchar los corazones de tantos afligidos que llaman a nuestra puerta, es verdaderamente decadente.

 

Con ocasión del Día Mundial de la Población a celebrar el mes de julio, concretamente el día 11, se me ocurre pedir a todos los países un acto de generosidad, a fin de que todos contribuyamos al sosiego desde la consideración del ser humano, enardeciendo procesos reconciliadores que cicatricen heridas, algo sumamente prioritario en toda sociedad, sobre todo en las más asoladas por el desconcierto y las guerras.

 

El caos no interesa a nadie. Ahí está el acuerdo sobre el cese del fuego y la dejación de armas en Colombia, un paso crucial para fortalecer el desarrollo sostenible en ese país. La paz permitirá avances en lo social, lo económico y ambiental, bajo la premisa de no dejar a nadie excluido, tal y como lo promueven los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Al igual que Colombia acaba de iniciar una nueva era después de cincuenta años de conflicto armado que dejaron más de ocho millones de víctimas y casi siete millones de desplazados, también el planeta, en su globalidad, requiere de otra naciente época, para dar esperanza y apoyo a los más vulnerables. Es fundamental, a mi juicio, para salir de esta anarquía, intensificar una educación en valores humanos, animar a la gente con oportunidades para encontrar un trabajo decente, romper ataduras entre generaciones, para que cada cual pueda participar en una política, menos de poder y más de servicio.

*Escritor

corcoba@telefonica.net