Vicente Torrijos R. | El Nuevo Siglo
Martes, 5 de Abril de 2016

PLANETARIO

La farsa de la firma (2)

 

POR ÚLTIMO, se ha querido sembrar la sensación de que las Farc se han convertido en ángeles custodios y que los renegados y malvados terroristas del Eln son ahora la única amenaza.

 

Pero lo que hay que entender es que las Farc y el Eln han establecido, formalmente, lo que ellos mismos denominan "Alianza Estratégica para el Postconflicto".

 

Por lo tanto, no es más que una mentira aquello de que "el Eln está copando los espacios dejados por las Farc ahora que se están convirtiendo en ejemplares líderes políticos de la democracia" ( ... ¡tal como lo demostraron en Conejo!).

De hecho, la realidad es todo lo contrario: las dos bandas armadas están:

(a) Compartiendo esos espacios geoestratégicos,

(b) Repartiéndose tareas y compromisos, de tal forma que,

(c) una organización ejecuta acciones que la otra no debe asumir, y viceversa.  

Se trata de una inteligente asociación simbiótica que agiliza el cumplimiento de los objetivos previstos.  

 

Dicho de otro modo, se trata de una metódica división del trabajo, pero también de una acertada transferencia de recursos y de una sofisticada asignación de las modalidades de violencia.

 

Eso significa que los recursos de que adolece el Eln serían suplidos por las Farc, una agrupación mucho más poderosa, logística y económicamente, que su hermana menor.

 

Y en cuanto a la violencia, las Farc se concentran en la extorsión y la movilización inducida de la población, mientras el Eln se encarga de la violencia directa: atentados, paros armados y golpes selectos.

 

Por último, los dos grupos, asistidos por el aparato político-diplomático cubano, coordinarán sus labores en materia de diálogos con el Gobierno.

 

Mediante el "tira y afloje", las Farc avanzan a mayor velocidad, pero el Eln la secunda sometiendo al Gobierno a los típicos "ires y venires", para entrar más adelante en tratativas y darle así continuidad a los temas pendientes en La Habana y completar todo aquello que el Secretariado no haya logrado concretar.

 

Al fin y al cabo, la negociación con el Gobierno (incluida la violencia como mecanismo de presión sistemática) no es más que una herramienta al servicio de la larga lucha revolucionaria Farc-Eln.