¡Hola, Nicolás! (I)
- ¡Hola, Nicolás!
- Bienvenido, Juan Manuel. Pensé que no
llegabas.
- Eso, ni pensarlo. Algunos problemas con
el avión, pero aquí me tienes.
- Yo sé cómo es eso. Antes de este oficio,
yo andaba por ahí, ajustando tuercas.
- Pero ahora te dedicas a lo mismo.
- (Risas)
- Casi, casi, lo que pasa es que ahora
me toca atornillarme yo mismo.
- (Más risas)
- ¿No se te estará yendo la mano?
- Para nada, Juanma. Es a ti al que se le
fue la mano con ese comunicado sobre
Pastrana y Leopoldo.
- No lo tomes a mal. Me vi forzado.
Ya sabes: tenemos que andar poniéndole
una vela a Dios y otra al diablo.
- Espero no ser el diablo.
- (Sonrisas)
- La verdad es que yo no pensaba hacer
nada, pero se me estaba viniendo
medio mundo encima.
- Pastrana se lo merecía, Juan;
se lo merecía.
- No lo sé, pero lo cierto es que logramos
el efecto perfecto.
- ¿Lo dices por Uribe?
- Claro; hizo contrición y hasta
salió a elogiarnos por el buen manejo.
(Carcajadas)
- Pero que no se le ocurra meter la nariz
por allá también.
- Tranquilo.Lo tenemos acosado y con la
rienda bien cortica, como él mismo diría.
(Más carcajadas)
- No te fíes, Juan; con Uribe no te fíes.
Esperemos a ver qué dice cuando nos vea
dándonos este abrazo. Por eso, lo mejor
es que uno de los tuyos le lance una
advertencia desde el Congreso.
- Buena idea.No lo había pensado.
- Lo que pasa es que a veces se te olvidan
las cosas.
(Juan Manuel carraspea)
- ¿Por qué lo dices?
- Los muchachos quieren que te decidas
de una vez por todas con la tregua.
- Vamos por partes, Nicolás.
Vamos por partes.
- Yo te lo dejo bien claro: a mí no me
suena esa cosa del ‘desescalamiento’.
Ningún tropero te va a hacer caso.
- Lo que pasa es que Pablo, o Jesús, dicen
una cosa en Cuba pero por dentro están
extorsionando y amenazando más que nunca.
- Bueno, no se pueden quedar dormidos
y cruzados de brazos.
- Entiendo, pero diles que le bajen un poquito.
- A mí no me hacen mucho caso. Era a Hugo al que le paraban bolas.
(Carcajadas).
Continuará…