Asistencia unificada (I)
Por una parte, las grandes potencias occidentales y sus aliados están librando un conflicto transnacional de tipo multidimensional que no tiene antecedentes en la ciencia política y las relaciones internacionales. En efecto, las iniciativas combinadas contra la organización ‘Estado Islámico’ (EI) no obedecen a ataques directos en el territorio norteamericano o francés, pero se llevan a cabo contra los extremistas y sus franquicias (Soldados del Califato), o viejos socios (como Al Qaeda, Al Nusra, Boko Haram, Joseph Kony y Al Shabab) en el territorio no de un Estado sino de varios.
Como si fuera poco, algunos aliados (explícitos o implícitos) tienen serias discrepancias entre sí ( como sucede entre los EE.UU. e Irán y sus asociados) y, para agravar las cosas, hay un estado prebélico entre Londres, París y Washington frente a Siria, en cuyo territorio se está bombardeando al EI que, para completar el cuadro, también es aborrecido por Al Assad.
De otra parte, esas mismas potencias están emprendiendo otra guerra, tanto o más preocupante que la(s) anterior(es). Lo que pasa es que ya no se trata de un conflicto transnacional que, como puede verse, ha superado significativamente la “doble condición” de ser al mismo tiempo internacional y no internacional.
Se trata, por el contrario, de una guerra contra una amenaza devastadora, biológica, pero no intencional, ni siquiera antropogénica, aunque altamente expansiva: el virus del ébola. Un virus que, sin ser aeróbico, ha obligado a lanzar una operación militar multinacional de la que tampoco se tiene noticia, precisamente, por su naturaleza sistémica (global) y la coordinación interagencial que supone: la operación llamada ‘Asistencia Unificada’.
Puesto que ya se ha demostrado que los controles aeroportuarios no son decisivos, que el cierre de fronteras tampoco, y que las exitosas condiciones de Nigeria para contenerlo no se dan en otros contextos, los EE.UU. han entendido, finalmente, que la tarea de la Organización Mundial de la Salud es limitada, que solo hasta ahora los laboratorios están interesados en producir una vacuna que antes era impensable por cuanto en África no hay consumidores que pudiesen pagarla y que, por tanto, la cobertura militar y humanitaria resulta indispensable allá mismo, en el propio foco del problema.
Continuará.