VICENTE TORRIJOS R. | El Nuevo Siglo
Martes, 30 de Septiembre de 2014

¿Segunda República?  (II)

 

En esta conversación con Laura Pedraza, el columnista se extiende sobre el proceso de negociación con las Farc en Cuba y reflexiona sobre su participación en la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas instalada en La Habana el pasado 21 de agosto. 

¿Qué estrategias tendría que desarrollar el gobierno Santos para llegar a un acuerdo responsable con la guerrilla?

Las Farc piensan que en el mundo actual todavía es posible una negociación basada en perdón -y-olvido, en borrón y cuenta nueva. Pero eso no es viable porque la misma historia ha enseñado que así es como se reproduce la violencia pues los ciudadanos reciben la señal de que convertirse en terroristas es rentable, valga decir, que se obtienen múltiples beneficios sin asumir ningún costo.  

Por esa razón, la única estrategia válida ha de basarse en que las Farc asuman sus responsabilidades, modifiquen su actitud (la violencia) mediante evidencia empírica, honren a las víctimas y abandonen el terrorismo.  

En definitiva, estoy absolutamente seguro de que el Gobierno y las Farc van a firmar un acuerdo; pero eso no es lo importante.  Lo importante es qué tan sostenible puede ser ese acuerdo. Y la sostenibilidad se basa en verificación y cumplimiento, pasando por la refrendación popular y el fortalecimiento de las Fuerzas Militares para detectar las trampas y proteger al ciudadano ante eventuales transgresiones e incumplimientos.

¿Cuáles han sido los errores y los aciertos de Santos en cuanto a los diálogos con las Farc?

Por una parte, el Presidente mezcló la negociación con su reelección, así que automáticamente quedó en deuda con las Farc puesto que ellas lo apoyaron explícitamente, sobre todo para superar la derrota que sufrió en la primera vuelta.  

A semejantes compromisos adquiridos hay que sumarle la flexibilidad en la negociación propiamente dicha pues la lista de temas “pendientes” y las “salvedades” de las Farc son tan extensas que, necesariamente, esta negociación que estamos viendo en La Habana no es más que el comienzo de un proceso mucho más amplio y complejo que la guerrilla quiere que desemboque en una Asamblea Nacional Constituyente para inaugurar, de ese modo, lo que llamaríamos “la segunda República”.  

Continuará.