VICENTE TORRIJOS R. | El Nuevo Siglo
Martes, 11 de Marzo de 2014

Efecto Shoigú

 

Apegada  al acápite, la réplica, la dúplica, la demanda y la contra demanda, la Cancillería colombiana ha confundido la Corte de La Haya con la realidad internacional. Entre tanto, el ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, demuestra que sabe perfectamente lo que tiene que hacer en el Caribe. Curiosa mezcla de político y General, es Héroe de la Federación Rusa pero al mismo tiempo ha sido ministro de Emergencias y gobernador de la emblemática provincia de Moscú. Hace un año, cuando se decidió de una vez por todas a acelerar la reconstrucción del imperio, el presidente Putin lo nombró Ministro de Defensa con la clara intención de asegurarse la influencia directa de su país en el mundo.

Así que lejos de apegarse al inciso, las cláusulas y las adendas propias del paradigma legalista, Shoigú se ha concentrado en varias áreas de interés estratégico. Con clarividencia postsoviética, el ministro le ha dedicado atención preferencial al Caribe, ha visto en la Alianza Bolivariana un referente estructural en las Américas y ha identificado a Nicaragua como actor preferencial, o sea, como el vértice sobresaliente del triángulo Caracas-La Habana-Managua.

En ese sentido, Rusia ha establecido con el gobierno sandinista un vasto plan de cooperación que incluye 100 mil toneladas de granos, varios centenares de autobuses, un millar de tractores, apoyo al canal interoceánico y múltiples preferencias arancelarias, convirtiéndose rápidamente en el principal donante extranjero.

Pero más allá de semejantes gestos tan loables, Shoigú ha puesto en funcionamiento un campo de entrenamiento militar, una planta de municiones y explosivos, ha concretado un programa de formación para las fuerzas y acaba de anunciar la construcción de una base naval en coordinación con las otras que erigirá en Cuba y Venezuela.

Como si fuera poco logró hace muy poco la anuencia del Congreso nicaragüense para el ingreso de tropas y el patrullaje de las (nuevas) aguas en el Caribe mientras su aviación estratégica invade el espacio colombiano sin que la agazapada Cancillería de San Carlos obtenga disculpa alguna.

En definitiva, de la mano de Shoigú, la disuasión sandinista funciona. Porque mientras tejen una red de alto valor con sus pares en el área y la validan con el despliegue ruso in situ hasta lograr el sueño de la plataforma continental ampliada, la Canciller colombiana sigue recogiendo firmas en Tegucigalpa y San José para decir que el fallo de La Haya no le gusta.