VICENTE TORRIJOS R. | El Nuevo Siglo
Martes, 4 de Junio de 2013

Cáscaras de huevo

 

Tal vez el mejor movimiento reciente de Santos en política exterior ha sido dialogar con Henrique Capriles. Por una parte, admite implícitamente que el régimen neochavista puede caer en cualquier momento y que tarde o temprano Venezuela volverá a gozar de libertades públicas e individuales. Por otra, se consolida un nexo con la oposición democrática de tal modo que Colombia pueda mantener una relación fluida y armoniosa con Venezuela en un escenario postchavista.

Asimismo, el poderoso polo de atracción que es la Alianza del Pacífico -creada por los presidentes Álvaro Uribe y Alan García- cobra todo el sentido pues los venezolanos aspirarán cada vez con mayor energía a cancelar ese adefesio de ALBA e incorporarse, con Capriles en el poder, al modelo de libre empresa, libre comercio y libertad de elegir en el hemisferio.

Adicionalmente, la reacción iracunda y esquizofrénica del régimen chavista saca a flote la verdad que durante dos años el presidente Santos se ha negado a ver con sus propios ojos, esto es, que hay una tenaza estratégica Caracas-Farc y que él está siendo arrastrado a una trampa formidable en La Habana. De hecho, el canciller Jaua lo ve como líder de una "conspiración" contra Venezuela, Diosdado Cabello lo considera prácticamente un terrorista que le ha puesto "una bomba" a la relación con Miraflores y Maduro se siente "apuñalado".

Entonces, si alguna duda tenía Santos, la hostilidad, el irrespeto y la ruindad con que los chavistas le quieren someter al chantaje para convertirlo en rehén y marioneta, deberían ser prueba suficiente para que corrija el rumbo y acepte que la negociación en Cuba está pegada con cáscaras de huevo. Para decirlo en otros términos, las condiciones están dadas para que el Presidente se decida de una vez por todas a darle un giro de 360 grados a la pérfida relación con Venezuela y liberarse de la farsa de La Habana.

Así que en vez de asumir el diálogo con Capriles como un error de cálculo, arrepentirse por ello, correr a pedirle perdón a Maduro (como tácitamente lo hizo el viernes pasado), someterse a sus condiciones y postrarse sumisamente a las directrices de ALBA, el presidente Santos bien podría rescatar al país de las garras del terrorismo y dedicarse a liderar un modelo genuinamente democrático de desarrollo y prosperidad para las Américas.