VICENTE TORRIJOS R. | El Nuevo Siglo
Martes, 28 de Mayo de 2013

¿Lobos solitarios?

 

Poco a poco se va popularizando en Colombia el punto de vista de que tras la firma del acuerdo entre el Gobierno y las Farc algunos reductos rebeldes de la guerrilla no van a querer obedecer a la comandancia y se convertirán en bandas descontroladas. Semejante escenario tiende a desconocer que ese proceso de bandolerización puede estar deliberadamente concebido por la cúpula de tal modo que una organización terrorista puede negociar y al mismo tiempo conservar, subrepticiamente, las armas y su capacidad destructiva.

Dicho de otro modo, cuando las organizaciones subversivas que entran en una negociación se sienten suficientemente poderosas, con ingentes recursos económicos y altamente respaldadas por sus socios en el exterior, no se ven necesariamente obligadas a entregar las armas, renunciar a la violencia, disolverse o mostrar arrepentimiento alguno ante las víctimas.

Eso significa que cuando una agrupación insurgente negocia sin sentirse derrotada, buscará evadir a toda costa la privación de la libertad, la reparación a las víctimas y, al tiempo que conserva intactas las fuentes originales de poder, intentará persuadir a su contraparte de que se halla sinceramente comprometida con la búsqueda de la reconciliación y la concordia.

Alegando que las bandas desobedientes son un lamentable efecto involuntario que suele producirse en las negociaciones complejas, tales agrupaciones terroristas evaden cualquier responsabilidad en el asunto pero, eso sí, se aseguran de conservar un aparato coercitivo altamente rentable en términos de proselitismo armado, capacidad retaliativa y autoprotección en caso de incumplimiento de los acuerdos negociados.

En ese sentido, los plenipotenciarios y comandantes de las guerrillas suelen presentar a aquellas bandas disidentes como si fuesen "lobos solitarios" que, sin ningún compromiso con la manada, emprenden operaciones ofensivas para su propio y exclusivo beneficio individual. Negando a ultranza cualquier vínculo funcional con aquellos insumisos que siguen secuestrando, extorsionando y chantajeando políticamente a las comunidades, exhiben -por contraste- una pulcritud a toda prueba, una conducta intachable y aparentan el mejor compromiso posible con "la paz estable y duradera".

En pocas palabras, el argumento del lobo solitario, renegado, renuente y esquizofrénico les permite a los terroristas gozar holgadamente de impunidad absoluta, participar muy orondos en la política y, por supuesto, seguir utilizando sin rubor alguno la violencia para usufructuar y detentar el poder alcanzado por la vía exprés en una mesa de diálogo y negociación.