Noes
A juzgar por lo que andan diciendo las Farc en la Isla, el pérfido e indolente gobierno Santos les está diciendo a todo que no.
Ese gobierno que las aflige a diario les dijo que no era posible adelantar las negociaciones en Colombia y las confinó a dialogar en un infierno tropical donde ellas son miradas con recelo y desprecio por la camarilla instalada en el poder.
Ese gobierno que las cohíbe a diario les dijo que no podían traer a manteles a Simón Trinidad, semejante dechado de virtudes, modelo y ejemplo de la conducta que deben seguir los niños y jóvenes del continente entero.
Ese gobierno que las fustiga a diario se negó a que el ministro de Agricultura pasara al banquillo de La Habana a rendir cuentas, como si estar negociando el modelo de desarrollo económico del país no les diera pleno derecho a emplazar a un simple funcionario que también debería estar al servicio de la causa.
Ese gobierno que las vitupera a diario se negó a que otro ministro, el de Defensa, las visitase en el centro vacacional donde se alojan para llamarle la atención por estar excediéndose en su importante pero a veces sobreactuado papel de "policía malo" del libreto.
Ese gobierno que las vilipendia a diario se negó a que centenares de selectos personajes de la sociedad civil colombiana viajaran a la cuna de la revolución para mostrarle al mundo la fascinación que la negociación produce tomándose la Avenida del Puerto, San Pedro, Tejadillo, Mercaderes, Obrapía, Aguiar, Dragones, San Isidro y Agramonte.
Ese gobierno que las escarnece a diario se negó a firmar un Tratado de Regularización del conflicto como si la condición de interlocutor político válido que ya les ha sido otorgada por la Presidencia, con Chávez y los Castro como acólitos, no fuese, en la práctica, sinónimo de beligerancia activa.
Ese gobierno que las escuece a diario se negó a preparar desde ahora una Asamblea Constituyente para refundar el Estado como si no lo estuvieran haciendo ya y como si un mero formalismo de esos fuese a cambiar el rumbo que el destino les tiene señalado.
Por último, ese gobierno que las lacera a diario se negó a aceptar un cese el fuego bilateral, una simple tregua, como si no fuese útil ir aclarándoles a los militares que más temprano que tarde deberán paralizar sus operaciones y cambiar de razón social para llamarse como siempre debieron llamarse : Ejército Popular Bolivariano.