¿Florero de Llorente ?
En sus sofisticados espejismos estratégicos, las Farc creen que el Gobierno está buscando una gota que rebase la copa para romper el proceso.
Lo que no perciben es que -como sucedió hace 10 años- el Gobierno será, por inercia (y esta vez, además, por apetito electoral), el último en decidirse a ponerle fin al disparate de La Habana.
Entre tanto, se irá formando un clima de opinión basado -objetivamente-, en los desmanes y abusos del proselitismo armado de tal modo que al ser desenmascaradas las verdaderas intenciones de las Farc, a Santos, en su calculada ingenuidad, no le quedará otro remedio que cederle el paso a Vargas Lleras. Un Vargas Lleras que más se demorará en dejar el Ministerio que en proclamar el Llerismo condenando al Santismo al baúl de los recuerdos.
Lo cierto, en todo caso, es que ante el secuestro perpetrado por la alianza Farc-Eln de V.A. González, C.C. Yate, W. Batista, M.F. Zabaleta, J.L. Ochoa, J.A. Manami y J. Wober, es la primera vez en 5 meses que, al unísono, dos expresidentes tan, pero tan distintos como Uribe y Gaviria, el Procurador, el Fiscal, dos precandidatos presidenciales, el Vicepresidente y hasta el mismísimo jefe de los negociadores del Gobierno ponen en entredicho la negociación con los terroristas.
Terroristas que, con o sin legalización de las tierras que han despojado, no van a cejar en su empeño de paralizar a la Fuerza Pública mediante un cese bilateral, mantener las armas en su poder y refundar el Estado con una constituyente.
En consecuencia, la corriente de opinión que irá reaccionando contra tanto despropósito incrementará los costos del diálogo hasta que el Presidente -de hecho, ya muy identificado con la permisividad, la complacencia y la tolerancia frente al terror- llegue al punto de equilibrio y tenga que decidirse entre favorecer a las voraces bandas subversivas o fortalecer la democracia de una vez por todas.
Por supuesto, mucha gente seguirá devanándose los sesos para encontrar una fórmula salvadora del diálogo: que un mediador internacional, que zonas experimentales de tregua con verificación, que humanización del conflicto.
Pero, en el fondo, todo se reduce a lo mismo : a que las Farc nunca han pensado que el diálogo auspiciado por la Familia Castro en su isla conduzca a la 'finalización' del conflicto sino a su 'transformación', con las inmensas ventajas internas y externas que ello supone y que, de hecho, han venido recibiendo, a tal punto que si las tratativas se rompiesen ... podrían darse por bien servidas, ¡y con creces!