Populismo diplomático
Hay dos hechos que atormentan al presidente Santos porque a ellos se les atribuye su visible e irrefrenable pérdida de popularidad : la negociación con las Farc en Cuba y la sentencia de despojo de la Corte Internacional de Justicia.
Así que politizando el interés nacional para recobrar la favorabilidad perdida, la Presidencia quiere que se desclasifiquen las actas de la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores para que "los colombianos conozcan quiénes fueron los responsables" de que el país haya perdido sus derechos económicos sobre 80 mil kilómetros en el Caribe.
Dicho de otro modo, el Gobierno cree que achacándoles la culpa a los presidentes que le antecedieron podrá evadir la responsabilidad que le cabe en la conducción del proceso durante los dos años de recta final y decisiva.
Piensa el Gobierno que con una especie de wikileaks a la criolla los ciudadanos van a ignorar las decenas de intervenciones que diseñó, lideró y orientó ante el Tribunal, y que con ello logrará, automáticamente, el efecto "borrón y cuenta nueva" con el aplauso unánime de los votantes.
Lo cierto es que al romper la política de Estado que identificó al país desde 1948 en la materia, el único efecto que logrará Santos es el efecto bumerán pues, al revelar las actas en toda su extensión, lo que saldrá a flote con lujo de detalles es la "concepción salomónica" con que la Cancillería asumió y dirigió la defensa.
Aparte de lo mucho que se solazarán los sandinistas conociendo los secretos de la seguridad y la defensa de Colombia para perfeccionar sus nuevas demandas en procura de extender casi hasta Cartagena sus beneficios económicos -congelados de momento por la Corte-, la Presidencia sueña con que podrá partir la historia en dos: antes de Santos, lo nefasto; después de Santos, el esplendor de nuestros derechos más sublimes.
En cualquier caso, olvida el Gobierno que los colombianos ya no tragan entero y que la diplomacia secreta ya no es lo que era por allá en los años treinta. Vaya uno a saber lo que Santos y Ortega hablaron a fin de año en México, o lo que se traen entre manos María Angela Holguín y Ban Ki Moon, pero lo cierto es que si la Presidencia aplica el fallo alegremente y se niega a dejar que el caso llegue hasta sus últimas consecuencias, es decir, hasta el propio Consejo de Seguridad de la ONU (tal como lo contempla la Carta de la Organización), no solo los votantes, sino los partidos políticos (libres) y los medios de comunicación en pleno le pedirán cuentas con potente microscopio.
El mismo microscopio con el que se evaluará cada acápite y cada maniobra que se negocie con las Farc.