Prometeo (III)
Entrevista concedida a un medio extranjero
Como si de modernos Prometeos se tratara, el Gobierno colombiano y las Farc vienen acusándose mutuamente de "jugar con fuego", a tal punto que los diálogos en La Habana podrían romperse.
¿O sea, que la Fuerza Pública resulta irremediablemente sacrificada en todo caso?
Lo que sucede es que se configura un escenario crítico en el que cualquier acción contundente de las FF.MM. podría resultar incómoda para el Alto Gobierno y para los plenipotenciarios en La Habana, al tiempo que ellas mismas, las FF.MM., siguen sintiendo que sobre sus hombros se descarga toda la responsabilidad por los atentados que contra la población perpetran a destajo las Farc y el Eln.
¿Se imaginan ustedes lo que acontecerá cuando las FF.MM. vayan a verificar el cumplimiento de los acuerdos firmados en Cuba, empezando por el cese de hostilidades y la entrega de las armas?
¿Entonces, qué podría hacer el Gobierno para corregir el rumbo?
El Gobierno nacional podría hacer coincidentes sus discursos que, por una parte, van contra las ejecuciones de las Farc y, por otra, promueven esperanzadamente el desarrollo del proceso en Cuba. Hacer coincidentes esos discursos es necesario porque así se podría establecer con precisión cuál es el límite que el Estado maneja para impedir que, so pretexto del diálogo, se propague el terrorismo como simple correlato de la Mesa.
De hecho, tomar la decisión de congelar el diálogo podría ser útil para revisar el horizonte estratégico y exigirle al Secretariado una actitud responsable en vez del diálogo-trampa que, paradójicamente, termina siendo un factor promotor del terrorismo.
¿Qué más podría esperarse del Jefe del Estado?
El Ejecutivo también podría aprovechar la oportunidad que le presenta la insurgencia para poner en evidencia su naturaleza terrorista que, lejos de diluirse, se afianza en la medida en que la negociación se dilata.
Es más: el Estado podría borrar cualquier pretensión de cese bilateral del fuego de las Farc-Eln anunciando, incluso, que la firma de un acuerdo final en La Habana no significará la declaratoria automática de tregua.
Ya es hora de dejar de jugar con fuego y desenmascarar el proyecto estratégico que manejan las Farc y todos sus asociados.