Vicente Torrijos | El Nuevo Siglo
Martes, 24 de Mayo de 2016

PLANETARIO

Pedofilia política

 

MIENTRAS el partido Conservador se esfuerza por imponer condiciones racionales y razonables a los impulsos del Gobierno y de las Farc, resulta sorprendente el malabarismo al que algunos sectores del Liberalismo están recurriendo para asegurarle a la banda armada el cumplimiento de sus objetivos estratégicos.

 

Con la ocurrencia de que los muchachos entre 14 y 18 voten simbólicamente en el (eventual) plebiscito, ponen en evidencia sus temores de que los negociados entre Santos y Timochenko resulten masivamente rechazados por una ciudadanía que no traga entero y, por el contrario, percibe la realidad mejor de lo que ellos creen.

 

Pero, como si fuera poco, están incurriendo en dos falacias prominentes. 

 

Primera, la de pensar que la juventud votaría favorablemente los acuerdos, cuando está claro que es la franja de la población más crítica y acuciosa, es decir, la que se ha dedicado en colegios y universidades a estudiar con calma cada preacuerdo detectando así las verdaderas pretensiones de la subversión y la aquiescencia del Gobierno.

 

Y segunda, la de que la manipulación implícita en semejante ocurrencia podría pasar desapercibida y sin asociarse a la larga cadena de estropicios que se le han infligido a la Constitución, empezando por el del año pasado, cuando ellos acomodaron a su antojo las fechas del fracasado referendo; y los de ahora, tanto la alteración del umbral para el plebiscito como el blindaje de lo firmado en La Habana que, de lejos, no constituye “acuerdo especial” alguno.

 

Dicho en otros términos, los obsecuentes sectores de la Unidad Nacional que se especializan en bufonadas y fullerías, saben perfectamente que las cifras de las encuestas son alarmantes no tanto porque muestren el rechazo que padece el Jefe del Estado sino, más bien, porque el origen de semejante rechazo reside en la farsa de La Habana.

 De hecho, tales congresistas saben que la población percibe con absoluta nitidez como el Presidente se ha obsesionado con el tema y complace a las Farc desmesuradamente, siempre a despecho de los asfixiantes problemas socioeconómicos que atormentan a la gente.

 

 Pero, sobre todo, ellos saben que la población vive en carne propia la extorsión, la persecución y la intimidación cotidiana de las Farc que, si en algo se traduce, es, precisamente, en escepticismo y rechazo permanente, irreversible y contundente.