Metaficción bolivariana
“El régimen autorreferencial de Maduro”
Como en el óleo de Francesco Maggiotto, de 1770, titulado “Títeres”, en que se ve al titiritero dialogando cara a cara con su propio títere, el régimen bolivariano se descompone en medio de delirios y desafueros que solo sirven para confirmar su perdición.
Roto el referente mítico entre Bolívar por un lado y Chávez por el otro, Maduro ha pasado a ser el mejor exponente de un régimen autorreferencial, narcisista, que interpreta la ficción en que vive mediante nuevas y preocupantes ficciones.
Durante varios años, y valiéndose de purgas sucesivas, tanto el Comandante Supremo como su heredero ensalzaron al Alto Mando, lo lisonjearon, lo adularon con cargos y misiones políticas para garantizar la supervivencia de una revolución basada en el control de cada casa y cada esquina.
Obligado a otorgar cada vez más privilegios a cambio de estabilidad, el Palacio de Miraflores fue compartiendo el trono con unas camarillas que, bajo la observación directa del sistema cubano de Inteligencia, protegían al Presidente de un modo muy similar al que se empleó para curar a Chávez de la enfermedad que terminó consumiéndolo.
En la práctica, las dádivas tenían que ser suficientemente atractivas y convincentes, de tal manera que el caudillo solo podía dormir tranquilo si les ofrecía a sus escuderos más y más recompensas y promesas.
No en vano, algunos de los más encumbrados generales resultaron sancionados por los Estados Unidos y, progresivamente, el cerco comenzó a estrecharse, más aún cuando un grupo de valerosos presidentes y expresidentes iberoamericanos emplazaron al dictador y lo conminaron a aceptar los resultados de las pasadas elecciones.
En medio de semejante trapatiesta, una capa de nuevos oficiales fue floreciendo en Venezuela. Al no sentirse ligados a la biografía de Chávez y su trasegar en los cuarteles, estos militares comprendieron que su tarea no podía reducirse a la de ser verdugos de la población o cómplices del terrorismo y del crimen organizado.
Son esos generales y oficiales los que están consolidando el giro democrático, los que están garantizando el funcionamiento de una Asamblea mayoritariamente opositora y los que han empujado a Nicolás Maduro a aceptar, hace ocho días, nada menos que la posibilidad de un referendo revocatorio, es decir, un cambio de régimen respetuoso de la Constitución y de la voluntad popular.