SE politizó el país, la casa la tenemos en desorden y hay poca confianza nacional.
No es solo las agresiones verbales y ultrajes físicos contra el candidato del mal recordado nombre de las Farc. También es por la insatisfacción de colombianos contra mayoría de aspirantes a Jefatura del Estado.
Ningún posible sucesor del Presidente Santos debe sentirse cómodo.
Todos, cada uno a su medida, gozan de muy pobre estimación entre ciudadanos de bien que son la mayoría.
Lo que en política menos se puede perder es la dignidad y es el talón de Aquiles de toldas partidistas.
Está fracturada la posibilidad de un consenso nacional sobre lo fundamental.
La institucionalidad tiende a desboronase por cuenta de trincheras políticas desde donde se lanzan dardos venenosos que aturden una sociedad cada vez más desorientada y desinformada.
Los candidatos tradicionales han salido a cuestionar rechiflas lanzadas contra el aspirante de las Farc. Sin embargo, ¿no caen en cuenta que a ellos también los reprueban y abuchean?
Las familias no tragan entero y sienten sensación de desgano y hastío con el actual estadio de la política nacional.
En el corazón de las gentes se intenta tener alguna empatía con el mejor de los candidatos o con el menos malo.
Mientras economía de bolsillo anda mal y crece el drama de desempleados, migrantes venezolanos, desigualdad, inequidad, pobreza, rebusque y la carestía en productos de primera necesidad; los políticos se encierran en cuarto de los agravios sin salir a plantear salidas.
Una de las causas que podría explicar el fenómeno de Gustavo Petro en su ascenso en las encuestas es el sinsabor de la comunidad con las clases políticas tradicionales y varones electorales.
Prefieren opción de una persona cuestionada como alcalde de Bogotá por donde pasó sin pena ni gloria, que abrirle paso a un aspirante proveniente de maquinarias políticas aceitadas con mermelada.
En pueblos de Colombia la política es un asco. Desfilan cientos de candidatos al Congreso sin ningún mérito diferente a tener dinero para politiquear.
Son los mismos con las mismas o los parientes de los mismos con peores.
Política regional está contaminada de ese humo espeso que proviene del centro del poder.
En muchas regiones pobres apestan el clientelismo y el descaro de muchos sinvergüenzas que burlan buena fe de ciudadanos y que finalmente, tristemente, los terminan conquistando con un mercado o unos pesos.
Alianzas de manzanillos con delincuentes en las cloacas de las campañas electorales.
Dineros mal habidos que van y vienen de mandamás del pueblo a candidato, burlando la justicia y desafiando los incrédulos.
Si es Vargas el Presidente, necesitará mucho trabajo, disciplina, decoro, honradez, imaginación y respeto para sacarnos de esta horrible noche. Si es Fajardo, Duque, Ramírez, De la Calle, Petro, no les será nada fácil recomponer cimientos de la moral, la ética y la verdad.
Recobrar confianza con empleo bien remunerado, salud, educación y vivienda sería un buen nuevo comienzo.
Unos y otros, no hay de donde hacer un caldo.