El DRAE define la “farsa” de que hablaba Benavente como “obra de teatro cómica, generalmente breve y de carácter satírico. Obra dramática desarreglada, chabacana y grotesca”. Tomo prestada del blog HO la definición que da la Fundación del Español Urgente del neologismo “pedofrastia”: “la estrategia de recurrir a niños en un discurso o debate con el fin de conmover a la audiencia, de modo que se deje llevar más por las emociones que por la razón.”
A raíz de la Cumbre del Clima que se realizó recientemente en Nueva York, en la que 66 países se comprometieron a alcanzar cero emisiones para 2050 -lo que, de paso, es imposible-, ha provocado en los medios y en las redes una farsa en la que la estrella es la pedofrastia. Greta Thunberg, una adolescente sueca con síndrome de Asperger (un desorden psicológico) al mando de quienes enfrentan el cambio climático (yo prefiero “calentamiento global” que es lo que realmente me preocupa) alborotó el cotarro. Para ellos el mundo está al borde de una catástrofe en corto plazo y hay que tomar decisiones drásticas en todos los campos. Las vacas y todos los herbívoros producen CO2 y no se debe comer carne (una universidad inglesa prohibió la venta de productos con carne en los predios de la misma); según la revista pseudocientífica Global Environmental Change (del grupo holandés Elsevier) no se debe tener hijos porque los padres serán responsable hasta del 25% del carbono que produzcan sus nietos,. Los mal llamados “ecologistas” forman parte importante del coro pero, en general, no dicen nada sobre los grandes contaminantes como Estados Unidos, China e India porque ellos no forman parte del Acuerdo de París de 2015.
La reacción de los que no creen en el calentamiento global ha sido fuerte y han apuntado todas sus baterías contra quienes, según ellos, financian por intereses económicos la campaña contra el cambio climático. Dicen, entre otras cosas, que eso pondrá en peligro el desarrollo científico del mundo. ¿Verdad?
Ni lo uno, ni lo otro. In medio virtus, decían los romanos. No hay duda de que el calentamiento global empieza a causar daños graves: el permafrost, la capa de hielo permanente que cubre el suelo en ciertas regiones del planeta, es cada vez más delgado; según el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) los polos pierden cada vez más hielo y hoy se puede navegar en zonas del Ártico donde antes solamente entraban rompehielos; los océanos absorben in 25% de los gases de efecto invernadero y más del 90% del calor provocado por el cambio climático y se calientan, los peces emigran y las barreras de coral se mueren; lo mismo sucede con los glaciares de Groenlandia, los Alpes, el Cáucaso o Escandinavia que podrían perder hasta el 80% de su volumen en este siglo; las inundaciones de las mareas ya afectan varias zonas costeras del mundo e incluso países como las Islas Marshall y Vanuato tienen posibilidades de desaparecer.
Pero la gran causante del calentamiento global es la utilización de combustibles fósiles y es natural que sus productores no tengan interés en que dejen de usarse. Sin embargo, contra viento y marea, las energías renovables son cada día más baratas y empiezan a utilizarse cada vez más. El costo de la energía solar se redujo en casi el 90% y el de la eólica en 65 % en la última década.
Hay países privilegiados como Colombia que generan el 65% de su energía de fuentes hídricas. Pero hay quienes se oponen con pies y manos, sin razón, a Hidroituango.