EN la antesala a la definición del ajuste del salario básico de los trabajadores para 2018, nada descabellado abrirle paso al establecimiento de un ingreso máximo.
Sería pasar del viejo y caduco esquema del tacaño salario mínimo de cada año, a un salario máximo.
Una fórmula aireada en regiones de Europa como Alemania donde trabajadores, sindicatos y fundaciones económicas recomiendan al Ejecutivo y a empresarios migrar de un mínimo a un máximo.
Implicaría medir con elementos objetivos el valor real de la canasta familiar.
El costo real en que incurre un trabajador para su sustento y calidad de vida se concertaría con base en ingredientes como pérdida del valor adquisitivo, inflación, pobreza, desempleo, productividad, valor del esparcimiento, e incluso, comportamiento de los precios de alimentos, clima y tasa de ahorro.
Significa potenciar el salario mensual de la clase trabajadora, no menguarlo.
Un sueldo máximo equivaldría a iniciar la recuperación del ingreso de los trabajadores con impacto directo sobre consumo.
No se negociaría cada año con tacañería y tanta retórica fiscal. Sería un proceso de mayor enfoque social y músculo financiero.
Empresas tendrían mucho que ganar: mejoraría el clima laboral, mermarían huelgas, habría mayor cercanía con sindicatos y el entorno social de trabajadores sería más propicio e incluyente.
Patronos y Gobierno fijarían unos techos, no pisos en el aumento del salario. Se concertaría un reajuste partiendo de principales tarifas que afectan de mayor a menor grado el gasto mensual de las familias. Enfoque fundamental sería tener en cuenta el sustento mensual de una familia, más que la de un trabajador.
Se miraría el colectivo, no lo individual. Si un empleado gana más, a la familia de éste le irá mejor. Conjugar factores de equidad y pobreza. Si a una comunidad le va mejor, también a la economía, al consumo, al ahorro y a la inversión.
Salario máximo implica sincerar realidad económica y financiera de empresas y armonizar con necesidades de trabajadores.
Si Gobierno y negocios pretenden elevar compras del Estado, las ventas y expansión de factorías, indispensable que mano de obra sean tan calificada como bien paga.
Paga pagar bien el jornal para reducir pobreza y democratizar renta.
Jornal máximo en lugar de un mínimo pondría a clase obrera en situación de menor inequidad y le ayudaría a generar ahorro y ser más autosuficiente.
Se dependería menos del nocivo sistema de subsidios y asistencias.
Es vital para lograr una mejor relación patronos-trabajadores.
Un incentivo además para mejorar la calidad del crédito bancario.
Facilita el endeudamiento y honrar obligaciones.
Experimento de voluntad política donde los patronos ponen y ganan todos.
Cuando economías lucen desinfladas, desanimadas, sin confianza ni certidumbre, elevar salarios con justicia y sensatez, ayuda.
Cuentas fiscales van a señalar que es imposible la idea de un salario máximo. Sin embargo, un salario mínimo que frustre optimismo de hogares y deprima aún más el consumo, es más costoso y dañino.
Un salario máximo elevaría calificación de los hogares en la economía, el país y el Ejecutivo.
Mejoraría la nota de confianza a los consumidores.