He insistido en el macabro plan que viene implementando la izquierda radical del país, quienes no pierden ocasión alguna para cumplir las partituras que desde el Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla se dictan, arreciando sus acciones en la plenitud de una pandemia que genera incertidumbre en los ciudadanos. Sus representantes actúan como plataformas que se reproducen ideológicamente desde los departamentos de Nariño y Magdalena y ciudades como Bogotá, Cali y Medellín. ¡Terrible!
La izquierda ve la presidencia en mayo de 2022 como su objetivo preciado, y han enfilado baterías. Por ello a dos años de este escenario, los vemos anticipados promoviendo una narrativa que apela a mostrar un supuesto desgobierno, señalando un falso abismo apocalíptico y, peor aún, graduando históricamente las luchas contra la pobreza y por la equidad como banderas exclusivas de ellos. ¡Falso! Realmente son movimientos disolventes y populistas que plantean supuestas alternativas de desarrollo facultadas en el odio y en modelos fracasados que detienen el progreso de las naciones y sus gentes.
Entre esa partitura a cumplir estaba contemplado lograr a cualquier precio la detención de Álvaro Uribe y lo consiguieron. Soy un absoluto convencido de que al expresidente se le debió permitir defenderse en libertad y que en esa condición demostrara su inocencia, pues aún su responsabilidad no ha sido comprobada, lo que deja ver la ausencia de garantías.
En ese contexto surge una nueva fase del plan, porque semejante logro para ellos como es poner en detención domiciliaria al presidente con mayor aceptación de la historia reciente, hace que su estrategia ahora sea que aquellos sectores y ciudadanos que estamos decididos a no permitir dar un giro a la izquierda, nos concentremos exclusivamente en la defensa y libertad de Uribe, para descuidar los demás frentes de cara a la contienda política del 2022 y así ellos seguirse levantando bajo el imaginario de que el país está destruido y son los únicos que pueden salvarlo.
Si bien Uribe siempre será un actor protagónico del debate, la puja política va mucho más allá, por lo que desde la centro derecha debemos reaccionar con rapidez y sin parpadeos, unificando criterios, fortaleciendo sinergias y trabajando por enfocar nuestros esfuerzos por enfrentar el altísimo grado de demagogia y populismo con que la izquierda viene construyendo su pista de aterrizaje hacia el 2022.
Resulta esencial que el grueso de ciudadanos que hemos detectado esta amenaza instemos a los tomadores de decisiones a asumir una agenda concreta que empiece por arrebatar la narrativa a la izquierda y visibilice el cúmulo de logros alcanzados hasta ahora. Solo así se empieza a contener el ascenso populista que quiere desdichar a un país que desea vivir en democracia.
No demos más espera, estamos llamados a un gran acuerdo nacional que sin las vanidades de las consultas partidistas, unifique una candidatura presidenciable que mantenga el rumbo que el país ha ganado, lejos de los virajes de atraso que propone la izquierda. ¡Estamos a tiempo!