En menos de un año habrá asumido el nuevo Presidente de Colombia. Tiempo suficiente para que los ciudadanos fijen prioridades que permitan elegir con acierto y responsabilidad social en mayo de 2018.
Un año más para abandonar el actual desencanto y polarización. Otro año para trabajar por un nuevo comienzo desde el Palacio de Nariño.
Han sido siete años del mandato Juan Manuel Santos caracterizados por la más grande saga de corrupción que se recuerde.
Este Gobierno camina su último año enfrentado a mayor red de corrupción, desprestigio de autoridad y justicia
Ultimo año del Ejecutivo en medio de un ambiente enrarecido de desconfianza e incertidumbre.
Con el sol a sus espaldas, al Jefe del Estado le queda poco trecho a su favor. No cuenta con suficiente capital político para enderezar cargas sociales.
Santos arriesgó su caudal político en el tratado de paz con guerrilla de las Farc, y así fue. El clima político y económico no le podía ser peor hoy.
A 12 meses de Casa de Nariñotan elegir con acie NariuÑrilla de las Farc, y aso trecho a su favor.idumbre nacionales. permitan elegir con acientregar la Casa de Nariño, no podía ser peor el escenario colombiano.
A la economía hoy le va mal, al país peor.
Caída de su popularidad refleja desaliento y desesperanza de los hogares.
Precaria situación de industria y comercio evidencia la constante de la sociedad.
No es buen momento para crear empleo y eso complica aún más la desconfianza de consumidores.
Haberle dado todo el impulso a vagones del proceso de paz y restarle combustible a prosperidad social con equidad, inclusión y más oportunidades para los pobres, retrajo la economía y estimuló el desaliento en hogares.
Acuerdo con las Farc para desactivar su acción criminal había que hacerlo, no tenía sentido seguir posponiendo.
Sin embargo, el Gobierno no debió centrar atención en ese proceso, enfrentado a contradictores y opositores, al tiempo que restó prelación a otros asuntos nacionales como pobreza, desempleo y desigualdad.
Mientras que avanzó el acuerdo de paz debió darle a la sociedad de donde echar mano.
El mundo agitó proceso de paz con las Farc y ahora el posconflicto, su financiación y extinción de dominio para reparar víctimas, en tanto que la situación social de miseria, hambre y abandono de regiones enteras como la Guajira y Chocó, pasó desapercibida.
A propósito de bienes en manos de las Farc, la sociedad estima que al Ejecutivo le ha faltado sincerar el tema, actuar con mano firme y ponerse aún más del lado de los buenos.
Las gentes creen que con testaferros de las Farc se reafirma que no ha habido un registro objetivo de bienes en poder de insurgencia.
Así las cosas, la actual administración se encuentra con el agua al cuello.
Se le acaba el tiempo para rectificar y recuperar la fe perdida.
Es la realidad nacional. No estamos al filo del abismo, pero tampoco vamos bien.
El Presidente Santos no tiene espacio para recibir sombra bajo árbol seco de su Gobierno.
Al primer mandatario le va mal, al país también, y ¡eso es lo peor!