“Nada más digno que adoptar a un niño pero en hogares heterosexuales”
Adoptar a una criatura es algo que eleva la condición humana, es comprometerse con el presente y futuro de un ser humano indefenso, solo, desprotegido y desamparado. Bien sea que el Estado o casas de adopción los atiendan, el niño necesita del amor de unos padres, sentirse respaldado y protegido por un hogar que lo acoge. La adopción sí es un derecho humano.
Pero ahora veamos qué tipo de adopción es la que la ley natural dispuso para estos casos, ¡pues la de un matrimonio de un hombre y una mujer!, si, la de la pareja creada por Dios para constituir una familia, una idea existente desde el inicio de la humanidad. El génesis dice: “Dios creó al hombre a imagen Suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Dios los bendijo y les dijo: Sean fecundos y multiplíquense. Llenen la tierra y sométanla…”. Ahora bien, el no creyente desestima esta concepción de la creación y se basa en otros conceptos como la evolución y dentro de ellos los cambios sociológicos del ser humano, su comportamiento, gustos y sentimientos. Es así como desde finales del siglo pasado hasta nuestros días se ha venido librando una feroz batalla política, jurídica y social por el reconocimiento válido como familia la unión de parejas del mismo sexo, sean estas casadas legalmente o en convivencia, a tal punto que se ha aprobado la adopción de niños a uniones homosexuales conformadas por hombres o mujeres.
En Colombia ya se aprobó este tipo de adopción por sentencia de la Corte Constitucional, pero una valerosa senadora Vivian Morales, apoyada por pocos políticos, inmensas organizaciones de familia, comunidades religiosas cristianas, la Iglesia Católica y otras confesiones, perdieron la batalla para sacar un referendo popular que defina si en Colombia este tipo de adopciones debe ser válido. El Congreso, o más bien 20 congresistas hundieron esta sufrida iniciativa que comprometió 2.300.000 firmas recogidas y casi dos años de esfuerzos. Queda el recurso de apelación.
El proyecto, al ser hundido, cerró esta posibilidad dejando al ángel de la adopción sufrir callado. Solo el tiempo mostrará los resultados de la contradicción del sentido humano al mandato divino, porque lo que se viene es la abolición de la familia natural para ser instituida por cualquier conformación. Nunca, pero nunca se podrá reemplazar la verdadera madre en condición de mujer y del padre en condición de hombre, así una minoría se empeñe por tratar de demostrar que las uniones homosexuales son una familia. No lo son, son un acompañamiento voluntario que se respeta conforme a gustos y deseos, pero no son familia.