Tragedias dobles | El Nuevo Siglo
Martes, 10 de Octubre de 2017

Lo ocurrido en zona rural del municipio de Tumaco (Nariño), donde por lo menos 5 campesinos presuntamente dedicados al cultivo de coca resultaron muertos por “disparos de armas de largo alcance”, según la versión oficial del Instituto de Medicina Legal, reúne en un solo hecho todos los elementos de la guerra que aún no acaba.

El caso y el contexto del mismo son el primer elemento. Sucedió durante una masiva protesta de cientos de campesinos contra el programa de erradicación manual de cultivos ilícitos. La Policía, el Ejército Nacional y los erradicadores, terminaron bloqueados y encerrados por una gran cantidad de cultivadores, insultándolos e incluso amenazándolos si avanzaban en la tarea.

En semejante ambiente de tensión, algo o alguien (aún no se sabe) prendió la chispa que terminó en la tragedia, cuyas cifras concretas aún no se establecen.

Las versiones de cada bando muestran que puede que estemos en pleno posconflicto material, pero en la mentalidad seguimos en guerra.

La difundida por mandos de la Policía, obviamente suministrada por sus hombres en la zona, hablaba del lanzamiento de explosivos contra la tropa (cilindros, tatucos, etcétera) en medio de lo cual la Policía (el Ejército no lo hizo) habría disparado. Sin embargo, ni los testigos en la zona, ni las evidencias halladas por los médicos forenses en los cadáveres, respaldan esa versión.

Los cocaleros hablan de masacre de las FF.AA. Callan cualquier acto de provocación o de agresión contra la tropa. Según su versión, los efectivos oficiales (más de 1000 dice una “organización popular”) habrían disparado porque sí. Niegan la presencia de algún grupo armado, o haber sido obligados a protestar por narcotraficantes.

Los oportunistas de siempre, compran la versión que más se ajuste a sus intereses. El Representante Uribe, como corresponde a un miembro del CAJAR, (el mismo que puso un par de Jueces en la JEP) se apresuró a llamar asesinos a los policías y masacre a los hechos. Desde el otro extremo, exculparon a las FF.AA y le atribuyeron los hechos a disidencias de las Farc.

Nadie le da el beneficio de la duda ni a los unos ni a los otros. Todo es blanco y negro, sin matices. Para la izquierda todos los cultivadores de coca son pobrecitos campesinos sin maldad ni intencionalidad alguna. Ángeles, dirían si no fueran ateos. Para la extrema derecha, todos los campesinos son bandidos. Gente de las Farc, de los elenos o de los GAO. Peligrosos en todo caso.

 

Es más complejo que eso. Lo que hay en Tumaco es un microcosmos del gran problema nacional. Se supone que un acuerdo implícito del posconflicto es que tenemos un solo país. Uno en el que quepan todas las ideologías y todas las actividades, menos las ilícitas. El problema de los cultivos ilegales y la apropiación del territorio nacional por las mafias son de seguridad nacional. O lo resolvemos o nos quedamos sin país sobre el cual discutir.

Dejen que la justicia decida quién, cómo y por qué es culpable de las muertes de esos campesinos.  Aunque no lo crean, el debido proceso y la presunción de inocencia también aplican para soldados y policías.

@Quinternatte