En nuestro querida Patria una noticia -verdadera o no- puede dividirnos en materia grave. La sentencia de darle casa por cárcel al Presidente Uribe tiene con los pelos de punta a los que le tienen miedo al marxismo, y, con toda la razón: es mucho el mal que esta ideología ha dejado en el mundo. Aunque pocos saben que este discurso hace mucho murió. Pero, también hay quienes que no entienden las razones y secuelas de las desigualdades sociales en Colombia, de aquí las siguientes reflexiones:
La derecha o el neoliberalismo individualista -el capital por encima del bien común- está mandada a recoger. Esto es cuando la función del Estado es privilegiar a las grandes empresas, a toda costa, y que los trabajadores solo tengan, lo mínimo posible: con que comer. Y la educación se limita a preparar “individuos competentes” para el sistema productivo, pero, en el lenguaje neoliberal, como “piezas” desechables; la pobreza es algo con lo que hay que vivir, los salarios del trabajador deben competir en la economía mundial. La tierra, la agricultura y la ganadería, competitiva es de los afortunados. La salud es un negocio privado. La libertad es absoluta en lo económico, y la dignidad de la persona humana es un decir de rezanderos desactualizados.
“La libertad económica es solamente un elemento de la libertad humana: aquella se vuelve autónoma, es decir, cuando el hombre es considerado un producto o un consumidor de bienes, un sujeto que produce y consume para vivir dignamente, entonces pierde su relación con la persona humana y termina por alienarla y oprimirla. Construye sistemas de seguridad nacional, que tratan de controlar capilarmente toda la sociedad para imposibilitar la filtración, corriendo… el grave riesgo de destruir la libertad y los valores de la persona, en nombre de los cuales hay que oponerse al comunismo”, a los enemigos del régimen. Además, suple los vacios de justicia con políticas populistas asistenciales.
La izquierda: el bien de la colectividad es su única verdad. La iniciativa privada, la democracia, las libertades personales y los derechos humanos, la dignidad de la persona humana no tienen sentido. La libertad de la información verdadera no existe, por el bien del régimen. “se opone a la estabilización de los medios de producción, reduce a todo a una “pieza” en el engranaje de la lucha de la máquina estatal”, el militarismo es su mejor argumento y la lucha de clases su fuerza.
El verdadero plan B privilegia al hombre como centro de la creación, por su excelencia y dignidad superior. Prioriza la justicia y el desarrollo social como obligación moral. Ve como necesario trascender de lo legal a lo justo y de las leyes de la economía al bien común. Entiende que “el desarrollo auténtico de la economía implica que las personas, gracias a su trabajo, puedan construirse un futuro mejor para sí y para sus hijos”. Propone el crecimiento y desarrollo pleno de la persona como necesario para el crecimiento y desarrollo justo de la sociedad”. Esta es la paz verdadera: ni la derecha ni la izquierda, todo lo contrario. Nota: las citas son de Juan Pablo II.