Terminación
“Aquí los chismes tienen categoría de instituciones”
SE espera no sea necesario retornar, en breve, al tema de los chismes o rumores y su incidencia sobre los testigos y testimonios falsos; este factor hace más graves comparativamente los efectos negativos de los rumores en Colombia que en Estados Unidos y Cass R. Sunstein identificó las consecuencias adversas en su patria: ver Rumorología (Debate, Bogotá, 2010). Los chismes y falsedades indicados tienen la categoría de instituciones en nuestro país, su identificación es positiva y todavía se está en transición, ojalá irreversible, hacia su penalización. La máxima prioridad es salvar a los inocentes y luego castigar a los culpables; es urgente resolver los casos en curso (ojalá no abunden las huelgas en el sistema judicial) y luego ir al pasado, puesto que el problema viene de épocas lejanas.
Se propuso a la Asamblea Nacional Constituyente de 1991 (ANC) la eliminación de las facultades discrecionales del Estado y su reemplazo por la transparencia absoluta; las medidas concretas derivadas fueron (a) la aplicación en la política de personal del Gobierno Nacional, lo cual implicaba que se conocieran las razones de los despidos, (b) el respaldo al cabildeo impulsado por el senador Germán Vargas Lleras y (c) premiación anual al periodismo investigativo, incluyendo el judicial, con reglamentación estricta que impulse y controle el esquema. La sugerencia (a) contrarrestaría el clientelismo y la pseudomoralidad en la desvinculación de personal y se entiende la dificultad de aplicarla en la realidad: solo la apoyó el Nuevo Liberalismo en la ANC. Lo relativo al cabildeo siempre falló y ojalá resucite cuando Vargas Lleras sea Presidente de la República. Lo pertinente al periodismo investigativo nunca prosperó pero se observa progreso, por ejemplo, con aportes como el de Daniel Coronell.
Falta comentar la realización de investigaciones científicas sobre los chismes en Colombia y, en especial, la disponibilidad del marco teórico pertinente con la orientación rigurosa observada, por ejemplo, en Metodología de la Investigación (McGraw Hill, México, 1998) de Roberto Hernández Sampieri, Carlos Fernández Collado y Pilar Baptista Lucio. De ser insatisfactorio el material disponible podría acudirse a la obra de Sunstein; lo expuesto por quien escribe puede considerarse introductorio y descriptivo. Preocupa que la solución del problema central descrito requiera un tiempo excesivamente prolongado, es decir, varias generaciones, por referirse a la naturaleza humana.