El presente es el cuarto artículo derivado de La Audacia de la Paz Imperfecta (Ariel, Editorial Planeta Colombiana, Bogotá, 2018) por el sacerdote Francisco De Roux; los escritos anteriores fueron “Preludio” (mayo 12), “Complemento” (mayo 26) y “Singular” (junio 9). Atrae la interpretación del conflicto interno armado que ha martirizado a Colombia por más de medio siglo y es deseable que surjan nuevas versiones. Se encuentra, en la onda indicada, Cambiar el Futuro. Historia de los procesos de paz en Colombia -1981/2016 (Debate, Penguin Random House, Bogotá, 2017) por Eduardo Pizarro; se analizan, en esta obra, las gestiones presidenciales recientes desde Julio César Turbay hasta Juan Manuel Santos y una mención inicial apareció en “Complemento”.
Cual se hizo en los ejercicios previos, se citan aspectos que han llamado la atención y De Roux señala los cinco temas fundamentales acordados en La Habana: 1) desarrollo rural integral; 2) reforma política y participación ciudadana; 3) fin del conflicto armado (cese al fuego y hostilidades bilaterales, dejación de armas y reincorporación de las Farc a la vida civil y a la participación en política); 4) solución al problema de las drogas ilícitas y 5) derecho de las víctimas a la verdad, justicia y reparación. Es opinión personal que el mayor avance se observa en el tercer objetivo y que la paz no se ha logrado y el entendimiento protocolizado en La Habana se tradujo en un logro estratégico decisivo; se es partidario del presidente Santos en su controversia con el ex presidente Uribe y el Centro Democrático.
Observaciones adicionales y parciales de Roux. La paz se vuelve prioridad moral por encima de todo. Los falsos positivos son una monstruosidad y responsabilidad del Estado. Colombia queda atrapada entre mafia, polarización, guerra, injusticia social, exclusión, pobreza, desempleo, falta de oportunidades. Es difícil aceptar responsabilidades y reparar porque no fuimos educados para eso, se cree que aceptar responsabilidades es “dar papaya”, lo usual es señalar a otros como culpables. El modelo económico del país ha sido uno de los determinantes de la violencia y del conflicto armado. La economía de mercado presenta deficiencias y desigualdades, exclusión, poca ética, informalidad, cocaína, narcotráfico, corrupción, minería ilegal, culpas del sector privado, clientelismo, inequitativa distribución del ingreso, fallas en CTI y educación.