Hace solo tres meses nadie en Colombia o en el resto del mundo se imaginaba que íbamos a vivir una crisis tan grande como la que estamos enfrentando con la llegada del coronavirus. Ningún país, ni siquiera los más avanzados, estaba preparado para manejar un problema de salud pública como el que se ha venido generando.
Pocas personas alcanzan a dimensionar el mal que está causando esta pandemia. Lo que a todos nos ha quedado claro es lo frágil que es el ser humano ante un virus como este. Ni las grandes potencias económicas, ni los países “del primer mundo”, en su poderío militar, ni los más desarrollados en tecnología han podido dar una respuesta inmediata al control y exterminación a este virus.
La China, por su parte, nos ha dado ejemplo y una lección al mundo entero de cómo comportarse, del cuidado que se debe tener, para que un virus de esa naturaleza no se propague a la velocidad que lo ha venido haciendo en otros países. Además, ha dado ejemplo de cómo reaccionar ante una emergencia de esta naturaleza, montando hospitales para poder atender a los infectados y tomando las medidas de control ciudadano necesarias para hacer que el daño que causa el virus no sea tan grande. Hasta el momento, gracias a todas las medidas tomadas, China está controlando la situación.
Otra cosa muy diferente es lo que ha ocurrido en Europa, fundamentalmente en países como Italia y España e incluida Alemania en menor escala, en los cuales las muertes a diario superan las 600 y hasta 750, como ha acontecido en los últimos días y, no han podido controlar que siga expandiéndose la infección. Colombia ya tiene más de 250 infectados y, a través de medidas extraordinarias, como es la del aislamiento de la personas, la prohibición de reuniones, la prohibición de traslados de una ciudad o municipio al otro, la suspensión tanto de vuelos nacionales como internacionales, está tratando de contener que el virus se expanda más rápido y que haya menos infectados.
Al principio veíamos contradicciones entre los distintos niveles de la administración pública, pero ahora estamos presenciando que pasada las tormentas entre estas y las vanidades de quien hace mejor la tarea que el otro, nos estamos poniendo de acuerdo en que para el bien de la salud de todos los colombianos. Antes que controversias lo que necesitamos es unirnos para a través del cumplimento de las medidas de contención podamos afrontar en gran problema de salud pública que proteja vidas, tratando de organizar a la mayor brevedad una ampliación de las camas hospitalarias que permita atender a los infectados y así procurar que la lista de muertos, victimas del virus, sea la menor posible aunque sabemos que desafortunadamente irá creciendo la mortalidad.
También tenemos que ser conscientes que al igual que en una guerra hay que tomar decisiones muy drásticas en el aspecto económico y que, seguramente, vamos a quedar al final de toda esta pesadilla, que ojalá sea lo menos grave, y frente a la cual debemos pedirle a Dios que nos ayude, golpeados y muchas empresas o personas en condiciones difíciles y angustiantes. Pero lo primero es que podamos mantener nuestras vidas para continuar luchando por nuestro desarrollo y futuro.
Es aquí donde quiero expresar que en el marco de tan malas noticias y angustia en que nos encontramos, los colombianos ha sido, en su mayoría, disciplinados y están acatando las instrucciones que el Gobierno nacional y los regionales han venido dando. Y es que si nos las cumplimos, la cuenta de cobro nos es otra que un resultado mayor de víctimas.
Solo la actitud coordinada y responsable de todos, bajo el liderazgo del Gobierno nacional y el cumplimiento de la ciudadanía hará que podamos tener mejor atención a los infectados y menos víctimas.
Estamos en la etapa de la contención al virus tratando que no se extienda a mayor velocidad, pero los días más graves están por venir. Si así entendemos lo que estamos viviendo y seguimos cumpliendo las instrucciones, tendemos menores sufrimientos.