Coda uno: Un canciller brasileño dijo una vez que el Brasil tenía un solo voto en la OEA mientras que los países caribeños “nuevos”, cuya población total cabía en el Maracaná, tenían trece. Y hay que reconocer que la distancia entre la OEA actual, aún sin Cuba, y la clásica de los 21 países originales es enorme. Y que los caribeños ejercen gran influencia. La prueba está en la última Asamblea en Cancún y la previa reunión de consulta de Ministros de Relaciones Exteriores: en ninguna de esas dos reuniones se lograron los votos para aprobar una resolución, que no condenaba a Venezuela sino su régimen dictatorial y defendía los derechos humanos. La mayoría de los caribeños más Nicaragua, Bolivia y Ecuador la bloquearon, aunque los países que la auspiciaron tienen el 93% de la población y el 98% del PIB continental. Lo grave es que los caribeños están sobornados por Petrocaribe, una organización a través de la cual Venezuela les entrega petróleo casi regalado. Eso nos lleva a la coda siguiente.
Coda dos: La situación crítica venezolana, con más de setenta muertos en las calles en otros tantos días, con el pueblo muriéndose de hambre y por falta de medicinas, con una represión feroz montada sobre la eliminación del sistema de pesos y contrapesos de una democracia, no se va a resolver aunque las manifestaciones duren cien años. El régimen va a quebrar la resistencia popular y se va a sostener a toda costa porque tiene mucho que perder, como que es el mayor cartel de narcotráfico sobre la tierra y, de caerse, todos sus miembros, incluidos los militares, van a terminar en la cárcel. La única manera es una huelga general que impida el cargue y exportación de petróleo. Mientras el régimen tenga dólares no hay quien lo tumbe.
Coda tres: Increíble que Petro, que al salir de la Alcaldía, más desacreditado que las tangas para hombre, no logró elegir sino un concejal, hubiera en cambio conseguido las firmas para poner en marcha la revocatoria de Peñalosa, la que, además, iría contra todas las reglas del sistema. Yo confío en que al final esa revocatoria fracase. Creo que Peñalosa está cumpliendo lo que prometió -no hacerlo sería causal de revocatoria- y que se trata de una artimaña política. Mala cosa que un sistema de expresión popular se pueda manipular de esa manera.
Sin embargo, Peñalosa tiene que entender que hay cosas que no le gustan al pueblo y otras que requieren acción urgente. Debe descartar desde ya el intento de “tirarse” la séptima con un TransMilenio. Entiendo que Peñalosa adore su TransMilenio pero eso tiene límites: no lo puede meter al garaje de las casas. Y ese mismo sistema, exitoso en otras partes de la ciudad, requiere atención inmediata, no solamente en temas de seguridad sino evitando los colados, lo que se lograría con una inversión muy baja. Don Trancón Bocarejo, el secretario de la Inmovilidad, va a tener que ver cómo evita que se bloqueen las intersecciones, se respeten los carriles de los buses y se evite el parqueo sobre las arterias. Todo eso es más importante que poner policías acostados en todas las esquinas.