En medio de tantos sobresaltos mundiales, cuyas causas hay que buscarlas, sobre todo, en la enorme cantidad de información mal explicada que se propaga a diario por las redes sociales, hubo una bocanada de aire fresco al conocerse el resultado de la primera vuelta electoral en Francia.
El joven y carismático Emmanuel Macron ganó. La veterana mujer de ideas radicales, Marine Le Pen, perdió.
Aparentemente, triunfó el centro; en cambio, las ideas extremas fueron vapuleadas en la primera batalla, concluyeron los medios.
Desde entonces, soportados en un sentimiento generalizado y en las encuestas de opinión, la mayoría vaticina un triunfo aplastante del carismático joven ex ministro de hacienda. Los jóvenes y los pacifistas son heraldos entusiastas de la esperada buena nueva.
Pero lo cierto es que tales afirmaciones no son toda vía del todo claras. Hoy, pocos días después de la primera vuelta, los titulares de prensa en París hablan de que Macron ha perdido cerca de dos puntos de favorabilidad frente a su rival de balotaje.
Es que Le Pen sorprende en varios sectores poblacionales, muestra tener, en principio, un mejor recibo entre los sindicatos y en la clase obrera; recordemos que ellos se sienten amenazados por la globalización y las presiones migratorias. No deja de ser paradójico este hecho si recordamos que el origen político de Macron es el partido socialista.
Pero, siendo casi imposible que el joven candidato pierda en la segunda vuelta, su triunfo probablemente no será tan arrollador como parecía el día de su primera victoria.
Dando por descontado su triunfo, cabe preguntarnos: ¿Cuál será el camino que seguirá como gobernante? ¿Será tan centrista como se ha presentado hasta ahora?
Esto porque su discurso ha sido pendular según sea el auditorio donde se presenta. Su estrategia es la de caerle bien a todos los sectores de la opinión, quiere ganar votos en todos los flancos.
Me temo que la respuesta a esas preguntas solo las tendremos después del resultado de las elecciones parlamentarias que se llevarán a cabo en junio próximo.
Es decir, si triunfa la derecha, Macron que no se inscribió por ningún partido, se inclinará hacia ese lado, en algunos mítines ya lo hizo, como cuando en Marsella prometió que su gobierno castigará con firmeza a ISIS.
Pero en caso contrario, si la coalición dominante fuere la antagónica, también hará lo propio.
Las reglas electorales en Francia son realmente singulares. Pensadas con lógica cartesiana.
Macron ha hecho una sorprendente campaña. Tan sorprendente como es su estable relación sentimental con su antigua profesora, hoy su esposa y estratega, bastante mayor que él.
Dicha relación me ha hecho reflexionar si es esa pareja está unida ¿por el amor, la atracción o por la conveniencia? y si ¿su meta es solo el poder político? Ya que el económico lo tienen.
Conversando estos temas con despiertos conocedores del comportamiento humano, concluí que en las parejas exitosas se desarrollan mecanismos de dependencia y colaboración que trascienden la pasión y el amor…